Un grupo de pescadores libios salían a alta mar, como cada noche, cuando se encontraron con su peor pesadilla, una patera que se había roto frente a la costa. La remolcaron hasta la orilla y, aunque se esperaban lo peor, no podían imaginar lo que vieron. En ella, 28 inmigrantes habían muerto de sed y hambre en medio del mar. Con la ayuda de varios ciudadanos apilaron los cuerpos en camionetas y cavaron una tumba para ellos.