Muy cerca de la mezquita atacada vive el alicantino Benjamín Vidal. Viendo en casa las imágenes del ataque ha recibido un mensaje de tranquilidad desde el colegio de sus hijos. Ha tenido que esperar al menos tres horas para recoger del colegio a sus niños. Lo mismo le ha pasado a Rosa, profesora española en Christchuch. Es una sensación de vulnerabilidad compartida con sus amigos hispanos. Una ciudad hasta hoy tranquila marcada ahora por el horror