Notre Dame, en pie gracias a los bomberos que arriesgaron su vida adentrándose en su interior

A vista de dron es fácil hacer inventario del desastre: se ve calcinada casi toda la cubierta de madera y también desprendida parte de la cúpula del crucero. Podía haber sido más; mucho más. Podía haber sido todo. Hay que dar gracias a los 20 bomberos que decidieron entrar en la nave central arriesgando sus vidas. Se puede ver perfectamente en las imágenes de la brigada, en las que hacen equilibrio, sin ninguna protección, al lado del fuego. Sabían que solo desde ahí, desde el interior de la catedral, podían evitar que las llamas se extendieran a las torres. El Gobierno francés es tajante: quince o treinta minutos más sin haber entrado y Notre Dame sería historia. Los edificios colindantes siguen desalojados y se ha reforzado la estructura del edificio, aunque hay que esperar todavía 48 horas para certificar la supervivencia de la catedral, que este lunes se ponía en duda.

La caída de la aguja, de 96 metros, y añadida en el siglo XIX, había hecho temer lo peor. Poco después se difundía una imagen que horrorizaba al planeta: a vista de pájaro, el transepto de Notre Dame parecía completamente destruido. A media noche llegaban, por fin, las primeras buenas noticias: estaba a salvo la estructura de piedra medieval; con sus muros y sus bóvedas, salvo la central. También la fachada principal, las dos torres, los tres rosetones y casi todos los tesoros.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha prometido una reconstrucción completa antes de “cinco años”. Notre Dame sigue, a pesar de todo, en pie. Ocho siglos después, como si fuera, en efecto, uno de los pilares de la tierra.