Los líderes más populistas usan sus tuits como arma propagandista

Hay ya toda una generación de políticos pegados al móvil. El vicepresidente italiano, Matteo Salvini, es uno de ellos. No solo retransmite a sus seguidores en directo hasta lo que come. Sino que hace lo mismo con decisiones políticas. Aquí lo tienen pidiendo al Aquarius que se llevara su "carga de carne humana a otro país".

El brasileño Jair Bolsonaro decidió que su gran acto de campaña no sería un mitin, ni una entrevista en televisión, no, algo mucho más barato, de coste 0. Grabarse con un móvil, en camiseta, gritando que barrería del mapa o encarcelaría a todos los rojos del país. Hoy preside la novena economía del mundo.

Ellos, como tantos otros, son discípulos de él, Donald Trump fue el primero en usar Twitter compulsivamente, sin intermediarios, sin filtros, para hacer publicidad de la ropa de su hija. Para insultar a la CNN y al líder de Corea del Norte. O para anunciar el despido de sus altos cargos. Objetivo, ser noticia todos los días, las redes sociales como fábrica de fango.