El odio al diferente, una plaga que se extiende alentada por cada vez más partidos políticos

La semilla del odio germina rápido. Señalar a los extranjeros como un enemigo a batir, engendra monstruos, y desde hace una década, cada vez son más partidos europeos los que agitan las banderas de la fobia contra inocentes que rezan. La islamofobia es tendencia en países como Alemania o Austria, donde inmigrantes y refugiados que huyen de guerras representan el mal. Prejuicios, tópicos y emociones bien cocinadas para convertir en culpable a una religión, sean musulmanes o judíos. El alimento ideológico de los fanáticos lo ponen políticos de chaqueta y corbata, como el holandés Geert Wilders, –que saca banderas con la leyenda ‘Mahoma es un criminal y el Corán veneno’–, o el húngaro Viktor Orban, que recientemente proclamaba que Europa debe pertenecer a los europeos.

Electoralmente, el odio al diferente es un valor, o más bien un contravalor… al alza. Por eso, cada vez más partidos se suman a una ola bien animada por el miedo que algunos son especialistas en sembrar.

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