Parecía una noche más en el Pulse que Amanda grababa con su móvil, de fiesta con sus amigos. Cuando de repente, las ráfagas de disparos inundaron la sala. Y la pantalla se fue. La joven es una de las 49 víctimas. Una lista en la que también aparece Eddie, de 30 años, que logró refugiarse en el baño y chatear con su madre. Hoy ella se aferra a su móvil y aquella última y desgarradora conversación.