¿Cómo son los presidentes españoles detrás de bambalinas?
INFORMATIVOS TELECINCO
20/09/201018:57 h.Las anécdotas políticas, a veces, pueden resultarnos más morbosas cuanto más cercanas en el tiempo se encuentren. José María Aznar o el presidente José Luis Rodríguez Zapatero bien podrían llamarnos mucho más la atención, por lo actual, que Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González. Pero la autora de 'Los presidentes, en zapatillas' (Espasa, 2010) tiene para todos.
Comienza la democracia
Sabemos a lo que tuvo que enfrentarse Adolfo Suárez desde que sustituyera a Carlos Arias Navarro en la presidencia del gobierno español y acometiera el derribo del régimen franquista desde su misma cúpula. Para ello eran necesarias unas características personales de excepción: "Suárez era el prototipo de hombre que representaba la imagen del nuevo español, joven, dinámico y atractivo. Un auténtico seductor al que las mujeres adoraban y que sus colaboradores admiraban". Hasta ahí, todo es conocido.
Pero a Suárez terminaron por ponérseles las cosas difíciles y, pasados unos años, casi todos lo querían fuera: en una reunión clave, previa al 23-F, "los presentes exigieron al presidente que dimitiera por el bien de España, a lo que él respondió 'yo he recibido el poder del pueblo', provocando una crispación tal que uno de los jefes militares llegó a echar mano de la pistola". Corrían otros tiempos.
De Calvo Sotelo destaca su personalidad lejos de las cámaras y describe a un señor con buen sentido del humor, aficiones como el windsurfing y una capacidad de ironía que queda materializada en una anécdota en un momento muy difícil: poco después del 23-F, un militar favorable al golpe le animó, entre supuestas bromas, a sonreír ante las cámaras, que se acercaban. Sotelo no se arredró: "General, que yo sonría, como que usted sepa comportarse, son ambos imposibles metafísicos".
El momento del cambio
Felipe González encarnaba las ansias de cambio progresista y, por supuesto, el encanto y el carisma. La autora recuerda, no sin cierta melancolía, aquellos tiempos, la voluntad de los socialistas de ser austeros y, además, de parecerlo. Todo lo que se decía de 'Felipe' como 'encantador de serpientes' es totalmente cierto, según escribe López de Celis.
Los años de González fueron claves, y en Moncloa se tomarían decisiones cruciales que marcan nuestra historia reciente: desde la permanencia en la OTAN y la entrada en la CEE, hasta los escándalos del GAL, Filesa y el inicio de la construcción como industria de la que hoy solo quedan deudas. La cara y la cruz de unas legislaturas que cambiaron la 'piel de toro' española.
José María Aznar
Mucho más sombrío y, a la vez, pomposo, recuerda María Ángeles López de Celis las dos legislaturas de José María Aznar, del que se esperaba un soplo de aire fresco tras tantos años de Felipe González, pero que llegó con una simbólica sorpresa: un reportaje en exclusiva para la revista ¡Hola! sobre la redecoración del Palacio de La Moncloa, en palabras de la autora, "recargado y ostentoso, tanto que el edificio parecía haber encogido de tamaño".
El estilo del presidente se hace notar enseguida: Plácido Domingo, hijo, le regaló una pista de pádel de cinco millones de euros que, terminadas sus dos legislaturas, se llevó a su chalet de Pozuelo. Pero pudo ir más lejos: entre sus proyectos se encontraba la construcción de una capilla en el recinto presidencial, obra sugerida por un sacerdote de palacio que finalmente no pudo llevarse a cabo, pero que hubiera gustado mucho a su esposa, Ana Botella.
Fundamentalismo y ladridos
Quizá lo más morboso de la era Aznar -que esta ex secretaria recuerda como la de un exitoso ajuste económico- sea la relación de la autora del libro con la que sería su jefa directa, Milagros Rodríguez Falcón, a la que describe con crudeza: disponibilidad total al PP propiciada "por la falta de familia y amigos"; "un desequilibrio emocional importante, comportamientos absolutamente incompatibles con la dirección de un equipo de trabajo como el que tenía, una religiosidad llevada hasta el fundamentalismo, sospechas fundadas de Síndrome de Diógenes (...)"
El otro lugar polémico lo reserva al ex ministro de Fomento Álvarez Cascos: "Estrellaba contra la pared sin pestañear los aparatos de teléfono cuando su interlocutor no descolgaba a la primera". Un reflejo de ello es que los perros de la familia Aznar no paraban de ladrar en su presencia.
Y llegó 'ZP'
El giro conservador final del último gabinete de Aznar, con la guerra de Irak como ejemplo, llevó a muchos funcionarios a ver llegar al nuevo presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, con cierta esperanza. Un clima optimista del que se obtuvieron resultados dispares: leyes y proyectos necesarios para la sociedad, frente a fracasos y polémicas en frentes autonómicos y antiterroristas. Por no hablar de la gestión de la crisis...
Parece que el talante es para Zapatero algo más que un eslogan. Así lo cuenta María Ángeles López, que lo describe como tierno y afectuoso, empeñado en ser distinguido por unos pocos rasgos, como el buen humor, el optimismo antropológico o el talante abierto y positivo.
¿Cómo es un día en la vida familiar de José Luis Rodríguez Zapatero? Se pueden esperar pocas sorpresas. La vida de la familia del presidente es algo aburrida, lo que hace las delicias de los funcionarios y camareros que trabajan con él; estos últimos desearían que este siguiera muchos más años para poder jubilarse con este como presidente.
De sus hijas, que tanto revuelo levantaron el pasado año por su gótico atuendo en el encuentro con el presidente Obama, López De Celis solo tiene palabras amables, que quedan reflejadas en una anécdota: cuando uno de los ordenanzas, Murillo, había cumplido la edad para jubilarse, se le preparó en Moncloa una despedida festiva, con entrega de dedicatorias personales: "La de las hijas del presidente decía algo así: 'Gracias, Murillo, por ser tan simpático y amable y abrirnos la puerta del coche todos los días. Ya no tendrás que hacerlo y el último día nosotras te abriremos la puerta a ti. Muchos besos. Laura y Alba'". Al final, parece que los espectadores no estamos tan equivocados con nuestros gobernantes. Pero es mejor confirmarlo con un libro claro y entretenido.