Un estudio de la Universidad de Yale averigua en qué parte del cerebro se activa el estrés
Expertos de Yale relacionan el estrés con la directa actividad del hipocampo, el denominado ‘corazón del cerebro’
La crisis del coronavirus y sus efectos: el largo confinamiento al que hemos estado sometido y las pérdidas tanto personales como económicas, nos han llevado a numerosas situaciones de estrés. Justo en medio de esta pandemia, un grupo de expertos de la Universidad de Yale ha hecho importantes avances sobre esta enfermedad silenciosa que afecta a la mayor parte de la población mundial.
En concreto, han llevado a cabo una investigación para definir cómo funcionan las bases neurológicas del estrés dentro del cerebro humano y en qué parte se esconden para intentar trazar así la vinculación del estrés con el hipocampo, la región del cerebro que ayuda a regular la memoria, la emoción, el aprendizaje o la orientación espacial.
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Adultos sometidos a imágenes estresantes
Según publica la revista Nature Communicatons, los científicos de Yale realizaron su muestra sobre 60 adultos que no presentaban problemas crónicos de estrés y a quienes midieron la actividad cerebral durante una sesión experimental. En un estado de relajación, les mostraron una serie de imágenes que provocaban asco, ira, miedo o tristeza, mientras las mezclaban con otras neutrales para que los individuos volvieran al sosiego y poder detectar así mejor los picos de estrés.
Tras analizar los resultados, los científicos descubrieron que las personas que se sentían más estresadas tenían una mayor actividad que vinculaba el hipocampo con el hipotálamo, la corteza parahipocampal y la circunvolución temporal inferior.
Sin embargo, aquellas personas que, por el contrario, mostraron menos estrés durante el experimento presentaban una mayor actividad entre el hipocampo y la corteza prefrontal dorsolateral, la circunvolución poscentral y el cerebelo, alejándose del hipotálamo que, aunque es un órgano pequeño, es de vital importancia en el funcionamiento cerebral.
La tríada, pues, de la conexión entre el estrés, el hipocampo y el hipotálamo podría ser una clave de nuestras reacciones fisiológicas y emocionales pues el hipotálamo interfiere en la regulación de las emociones, los ciclos de sueño, el parto, la tensión arterial y frecuencia cardíaca y se considera que en él se forman sustancias químicas que generan la rabia, la tristeza, la sensación de enamoramiento o la satisfacción sexual, entre otros.
Para Rajita Sinha, investigador principal del estudio, este descubrimiento puede ayudar "a adaptar la intervención terapéutica a múltiples objetivos, como aumentar la fuerza de las conexiones desde el hipocampo a la corteza frontal o disminuir la señalización a los centros de estrés fisiológico".