Bolivia justifica su rechazo a acuerdos de Cancún ante el plenario de Bangkok

Tras dos jornadas de talleres informales, los delegados de unos 200 países empezaron a ultimar los detalles pendientes de compromisos pactados en México y de cara a la cumbre que tendrá lugar el próximo noviembre en Durban (Sudáfrica).

La secretaria ejecutiva de la Convención Marco, Christiana Figueres, inauguró los debates recordando a los asistentes que "todavía queda mucho trabajo por hacer" si quieren salvar el planeta.

Subrayó en su intervención que el asunto pendiente clave es clarificar qué sucederá cuando expire el Protocolo de Kioto el año que viene, el único documento con metas vinculantes elaborado hasta la fecha para frenar el efecto invernadero.

"Es esencial que las partes encuentren un camino para avanzar en este tema. Esto es especialmente importante dada la creciente posibilidad de que ese año se produzca una brecha" entre los países dispuestos a extender el pacto y los favorables a trazar otro nuevo, manifestó Figueres.

Además de esta división, la otra gran nota discordante respecto al consenso de la mayoría es la postura de Bolivia.

"Si en la próxima cumbre en Durban no llegamos a un consenso, vamos a perder toda una década porque Kioto llega a su fin", afirmó en una entrevista con Efe el jefe de la delegación boliviana y embajador de su país ante la ONU, Pablo Solón.

Bolivia opina que en México hubo un "grave error" porque se aceptó una reducción de la temperatura "demasiado baja" de apenas 2 grados centígrados sobre los niveles preindustriales, un límite que en realidad causará a finales de siglo un aumento de 4 a 5 grados sobre los mismos datos de referencia, de acuerdo a sus cálculos.

De producirse ese escenario más pesimista, "veremos una situación catastrófica a nivel mundial por la desaparición de los glaciares, subida del nivel del mar, sequías, inundaciones, migraciones y la perdida de biodiversidad", señaló el diplomático.

El ritmo al que se derriten las capas de hielo preocupa cada vez más a países cercanos a los polos como Chile, como dejó claro su representante, José Luis Balmaceda.

Bolivia y Venezuela también criticaron a los países industrializados que hacen "trampas" cuando se comprometen a reducir sus niveles de contaminación a través de la compra fraudulenta de créditos de reducción de emisiones de gases a naciones en vías de desarrollo para contabilizarlas como propias.

"No vamos a permitir que los países desarrollados sigan disfrazando la realidad, disfrutando de los mercados de carbono que compran a los pobres. Los países desarrollados son los responsables históricos del calentamiento global", destacó la jefa de la delegación venezolana y portavoz en la cita de Bangkok de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), Claudia Salerno.

Fuera del gran salón de actos en la sede de Naciones Unidas en la capital tailandesa, algunas ONG protestaron como es habitual contra el poco interés que a su juicio presta Occidente al calentamiento global, mientras grupos conservacionistas como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) pidieron cumplir los objetivos de Cancún.

"Partamos de esos acuerdos y demos un paso hacia delante. No podemos empezar a dar pasos hacia atrás a estas alturas del partido", señaló la directora de cambio climático de WWF en México, Vanessa Pérez-Ciera.

Esta experta afirmó que ahora es el momento de trabajar para conseguir un pacto mundial para responder a los efectos de este fenómeno, y añadió que no pueden "empezar a tener conversaciones que se tomaron en este foro hace cuatro o cinco años".

Pérez-Ciera insistió en que no hay que olvidar el otro eje clave al que se dio luz verde en Cancún: establecer cómo y quién financiará los 100.000 millones de dólares que se distribuirán a las naciones pobres para ayudarlas a luchar contra el calentamiento global sin perjudicar su desarrollo económico.

Por Carlos Santamaría