El asesino de Pioz ejecutó "en un ritual" a sus víctimas
Malena Guerra @malenaguerrat5)
25/10/201618:34 h.Los expertos describen a Patrick como un psicópata, una persona sin compasión, un narcisista endiosado y además paranoico lo que le hace más peligroso…. Ejecutó a sus víctimas, metódicamente y sin piedad, por la animadversión a su tío. “Voy a hacer un ajusticiamiento, un ritual. Os voy a matar a todos porque no podéis existir”, así explica lo que pudo sentir Patrick, el catedrático y psiquiatra forense, Jose Luis Carrasco. Ejecutó a sus víctimas degollándolos a todos. Y lo hizo metódicamente. El experto explica que si hubiera sido un psicópata “normal”, a secas, seguramente habría matado a Marcos, o a Marcos y Janaina. Pero el componente paranoico lo hace más violento, el psicópata más despiadado de todos. Por eso mató a los dos niños sin inmutarse. “Por eso no siente arrepentimiento”, cree este especialista acostumbrado a examinar a psicópatas asesinos. “Patrick creo que no sintió compasión por sus primos porque seguramente no siente compasión por nadie y no le ha frenado ninguna fuerza moral” sentencia.
Este perfil encaja con su apariencia; Un chico educado, poco agresivo en su vida cotidiana, callado, metido en si mismo. Pero implacable ante una ofensa que él, en su paranoia, considera imperdonable. Y no duda en extender su venganza. Sin embargo, no hay que equivocarse. Patrick aparentemente no perdió la cabeza. Los psiquiatras coinciden: “No tuvo un brote psicótico”. No deliraba. No vivía en ese momento en un mundo paralelo. Sabe distinguir el bien del mal y supo que hacía el mal, antes incluso de hacerlo. Habla otro médico psiquiatra, José Luis Macho. Los dos especialistas coinciden también en que Patrick dijo a los investigadores que no está loco porque es un narcisista empedernido que no puede tolerar que digan que está loco. “Tiene un punto de locura, él sabe que no está bien, sabe su paranoia, pero quiere que le digan que es especial, no que es un loco”.
La manipulación es otra de las características esenciales. Los psiquiatras consideran, como la Guardia Civil, que Patrick no cuenta lo más macabro de sus crímenes, no por evitar sufrimiento a su familia. Más bien por no parecer un monstruo, o por no perder el vínculo familiar del todo y sacar un beneficio económico. Pero hay otra teoría. Está fingiendo cuando dice que no recuerda cómo mató a los pequeños, o cómo descuartizó los cuerpos y, desde su frialdad, puede estar buscando algún tipo de atenuante. Ha vuelto de Brasil para defenderse aquí mejor. No tenía escapatoria. No se ha suicidado. No ha huido. No ha sido impulsivo. Ha vuelto pero podría intentar decir que tuvo un episodio disociativo. Como el que tiene personalidad múltiple. No del yo personal, sino de su estado de consciencia. Es rebuscado. Y es difícil mantenerlo teniendo en cuenta que casi todo el relato es exacto y que sólo ha eliminado de su recuerdo partes de la historia. Pero no sería extraño que lo intentara y refleja también, aseguran, la incoherencia de su personalidad.
Todo lo descrito entra dentro del trastorno de la personalidad grave. Pero los asesinos con ese trastorno son condenados a prisión porque saben perfectamente lo que hacen. Es más, consideran justificado lo que hacen. No son delincuentes normales, son peores. No se curan nunca y como mucho con algo de medicación se suavizan. El componente es genético en un 50%. La otra mitad se adquiere con la vida, el entorno, la infancia. No tienen vínculos con la familia, o muy pocos. Y menos sienten vínculos con niños. El amor, asegura José Luis Carrasco, es el arma principal para combatir esa evolución de niño a psicópata. Habrá que ver por qué Patrick Gouveia, hijo de un reputado médico, con una familia aparentemente compacta, llevó su frialdad y su falta de empatía hasta extremos inimaginables. Por qué se hizo adicto a la bebida, y acabó apuñalando violentamente a un profesor con 16 años. Y porque su entorno no logró frenar su peligrosísima evolución. De delincuente a psicópata. No es lo mismo.