Diez kilómetros de concertinas en las dos vallas de Ceuta y Melilla
En la primera entrada masiva del verano pasado en Ceuta solo 70 personas consiguieron pasar a España. Hubo 64 atendidos, la mayoría heridos por las cuchillas de la valla. En 2009 un inmigrante murió al seccionarse una arteria. Las concertinas tienen unas cuchillas que desgarran el cuerpo de los inmigrantes cuando saltan. Las vendas blancas ocultan las huellas de las concertinas, pero las heridas las hemos visto al descubierto. Dauda es un joven de 23 años, de Burkina Faso, que se destrozó literalmente el brazo. En Melilla o en Ceuta los inmigrantes las sortean como pueden, con guantes y prendas de abrigo que se quedan enganchadas en las vallas después de un salto, ofreciendo una imagen dantesca de la “batalla”. Hemos visto incluso a los subsaharianos fabricarse zapatos gancho para trepar mejor y no destrozarse las manos, aunque su herramienta habitual es la escalera. Los gobiernos han pensado de todo, incluso fortalecer la valla o inclinarla hacia el exterior para que no puedan treparla y se caigan. En la parte interna, entre las dos vallas, el pasillo por el que corrían para coger de nuevo carrerilla o apoyaban sus escaleras se llegó a cubrir con la famosa sirga tridimensional. Los inmigrantes saltaban entonces de valla a valla y se dejaban la piel y los músculos en las cuchillas que coronaban las vallas. Por eso el gobierno socialista, que llegó a poner más concertinas, tuvo que retirarlas en 2007, aunque no las quitó todas. El PP en 2013 las repuso en algunos puntos calientes tras oleadas de 1. 000 inmigrantes por noche. Ahora mismo están colocadas en la parte marroquí, en el suelo, en todo el perímetro de la valla de Melilla; es lo primero que se encuentran los inmigrantes. Pero esa competencia no es de España. Lo que sí concierne a España son los dos kilómetros de cuchillas que quedan en Melilla y los 8,2 que hay en Ceuta. Hoy las asociaciones y ONGs aplauden la intención del Ministro del Interior de retirarlas, pero reciben la noticia con prudencia. “Porque una cosa es la intención y otra la práctica”. En la práctica la Guardia Civil que se encarga de la seguridad de la frontera, se plantea dudas. No saben qué sistema es mejor, pero tienen claro que se tiene que poner algo disuasorio y sobre todo no enviar mensajes de relajación al mundo inmigrante. Las rutas varían en función del discurso político, explican. En esa línea, el presidente de Ceuta pide ante todo que se garantice la seguridad de la ciudad.