La pesadilla de Dolores, la madre que se ha visto obligada a denunciar a su hijo con autismo por sus continuas palizas
Vive con miedo y pendiente del botón de teleasistencia
El adolescente solo sabe expresarse a través de la agresividad
Se sienten abandonados por la ley de dependencia
“Cuando se pone agresivo es difícil de controlar, tengo miedo”, Dolores Navarro relata su auténtico calvario. Encerrada en su casa y soportando las continuas palizas de su hijo Álvaro de 16 años y de 90 Kilos. Ha tenido que decir basta y pedir ayuda para que el adolescente, que sufre un trastorno grave del espectro autista, sea ingresado en un centro especializado donde puedan tratar su agresividad y dar así un respiro a su familia.
Desde que cerró la planta del hospital que atiende a menores con trastornos, Dolores vive pendiente de su botón de teleasistencia, ya que en cualquier momento su hijo puede dejarla en el suelo de solo un golpe y su reacción debe de ser rápida para que se active el protocolo de emergencia. Un reglamento que inmediatamente envía a su casa a la Policía Local para frenar a Álvaro en sus momentos más agresivos. Pero esta ayuda no es suficiente para Dolores que se ha visto obligada a denunciar a su propio hijo que faciliten su ingreso en una residencia o para buscar otro tipo de socorro.
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Una de las últimas palizas que recibió de su hijo le produjo varias lesiones en la espalda “me la puso morada” y se asustó cuando recibió varios golpes en la cabeza “se me nublo la vista”. Pero el dolor físico no supera al dolor que sufre a diario esta madre que quiere lo mejor para su hijo pero que necesita un respiro y alegarse de él por su propia salud. Porque las 17 pastillas que intentan calmar al adolescente no son suficientes para moderar sus palizas “sigue agrediéndome, aunque con menos fuerza”.
Álvaro solo sabe expresarse con agresividad y la situación se complica según crece en tamaño y fuerza. Una de las soluciones que encontró la familia fue ingresarle en un centro privado, pero el coste es demasiado elevado y no se lo pueden permitir. “La psiquiatra ha hecho un informe donde dicen que no puede estar en casa, pero tampoco en un hospital. Ha batallado con bienestar social pero no se ha conseguido la plaza”, explica.
La desgracia de Dolores es similar a la de muchas familias que se sienten abandonadas por una ley de dependencia que recoge el derecho de estos menores a ser atendidos pero que no les da recursos para llevar una vida digna. Asimismo, Dolores lamenta de la frialdad, de la indiferencia con que reciben sus ruegos y súplicas en la delegación de la Junta de Andalucía.