La formación a distancia suple las carencias de la educación en Brasil

Los cursos de formación, impartidos a distancia por una fundación privada asociada con gobiernos regionales, se han convertido en los últimos años en una segunda oportunidad para aquellas personas que se vieron obligadas a interrumpir su formación académica.

Cerca de 30.000 personas del estado de Pernambuco (noreste) consiguieron este año el diploma de enseñanza secundaria del programa Travessia, una iniciativa estatal en colaboración con la Fundación Roberto Marinho.

El índice de "desfase escolar" (alumnos que no asisten a las clases o que han repetido curso) en el noreste brasileño, una de las regiones más pobres del país, afectaba hace cinco años a casi el 70% de la población en edad escolar, lo que llevó a las autoridades a buscar fórmulas para revertir esa tendencia.

Fue así como los estados de Pernambuco, Minas Gerais, Río de Janeiro, Amazonas y Acre adoptaron el sistema de formación a distancia, que tiene entre sus estudiantes desde jóvenes de 20 años hasta ancianos jubilados.

Las lecciones son impartidas en centros educativos mediante un sistema de vídeo-aula que facilita la tarea formativa y crea un ambiente más dinámico y participativo en la clase.

El vídeo-aula reduce las cinco horas de clase impartidas en escuelas convencionales a tres horas de vídeo, más una hora complementaria en la que un profesor presencial resuelve dudas y ayuda a realizar las tareas de los libros de ejercicios que complementan el material didáctico audiovisual.

La enseñanza media brasileña (bachillerato) dura tres años y acoge a los alumnos de aproximadamente entre 15 y 17 años durante la etapa previa a los estudios superiores. En cambio, para concluir el programa Travessia sólo se necesita cursar un año y medio.

Los propios alumnos señalan que con esta metodología se sienten incentivados a volver a los estudios, dada la facilidad de poder compaginar las clases con un trabajo y el corto plazo para obtener un diploma.

Los creadores de Travessia aseguran que el objetivo no es substituir la educación convencional sino ofrecer una segunda oportunidad a aquellos que no pudieron concluir sus estudios.

"Sé que puede parecer que no vale para nada, pero para mí esto lo vale todo. Si nunca tuve la oportunidad de estudiar y era mi sueño, ¿por qué no hacerlo ahora que puedo?", explicó a Efe Marcelinho, un señor de 68 años, durante su ceremonia de graduación.

Cerca de 15.000 estudiantes de todo Pernambuco participaron el primer domingo de diciembre en una multitudinaria ceremonia de graduación en la ciudad de Olinda, cercana a Recife, la capital de Pernambuco, donde recibieron el diploma de bachiller.

"La educación es la base para todo lo que queremos construir en un país y en un estado con más justicia, más paz y más oportunidades", declaró el gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos, en el acto de graduación.

Esos progresos son difíciles de alcanzar en Brasil, un país con cerca de 60 millones de estudiantes donde la red de escuelas públicas es precaria y la política educativa muy deficiente en los estados más pobres.

Según un estudio del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), uno de cada cinco brasileños es analfabeto funcional, como se clasifica a quienes pueden leer y escribir frases simples, pero son incapaces de interpretar el significado de un texto en su conjunto.

Eduardo, un joven de 22 años que interrumpió su secundaria por motivos familiares, celebra la iniciativa que le permitió estudiar para aprobar un concurso público de aviación, pero lamenta la falta de apoyo económico para cursar estudios superiores.

"¡Ahora me toca seguir adelante! El mundo no se detiene y tienes que correr atrás de lo que quieres", sonríe Eduardo, que ahora está dispuesto a volar alto en su sueño de ser piloto.