Jugarse la vida por una buena foto

La búsqueda de escenarios insólitos llevó a una modelo rusa hasta la cúspide de un edificio de Dubái. Allí, sin protección alguna, logró su objetivo, una foto no apta para cardíacos.

Otra joven compite con acrobacias de altos vuelos esa obsesión por el más difícil todavía. Un fenómeno que no sería nada sin las redes sociales y que ha hecho del selfie extremo un género en sí mismo.

A algunos el preciado instante les ha costado la vida, documentos que muestran el alto precio de estos autorretratos y hasta dónde puede llegar la insensatez.