¿Qué es el ruido blanco?
El sonido de la lluvia o el de las olas del mar ayudan a relajarnos y concentrarnos
Las hojas movidas por el viento o el goteo de la lluvia en una ventana relajan
El ruido blanco provoca que el nivel del umbral auditivo alcance su máxima velocidad
El tintineo de la lluvia, el murmullo de las olas del mar... Hay sonidos que tienen la capacidad de relajarnos, de ayudarnos a concentrarnos mejor y de calmar nuestros nervios. Son los llamados sonidos blancos, que se caracterizan por ser constantes, repetitivos y planos. Se funden con facilidad con el sonido ambiente y tienen la capacidad de camuflar otros sonidos más intensos que en principio provocarían en nosotros el efecto contrario. ¿Qué es el ruido blanco y cómo puede ayudarte a mejorar tu descanso y rendimiento?
Qué es el ruido blanco y cómo nos ayuda a relajarnos
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Los sonidos blancos nos rodean a diario y están presentes en la naturaleza, pero también en algunos objetos cotidianos, como puede ser una lavadora. La clave para distinguirlos está en su constancia: son sonidos que se repiten cíclicamente y que, gracias a esa repetición, actúan en nuestro organismo ayudándonos a entrar en un estado de relajación. Se trata, además, de señales de sonido que contienen todas las frecuencias, con la misma potencia en todas ellas.
Aunque lo ideal es rodearnos de ruidos blancos naturales (por ejemplo, el sonido de las hojas movidas por el viento o el goteo de la lluvia en una ventana), existe toda una gama de creaciones musicales centradas en este fenómeno y pensadas para ayudarnos a, entre otras cosas, conciliar mejor el sueño. Lo importante es que se trate de sonidos a los que te sea fácil acostumbrarte, que se fundan en el ambiente hasta que lleguen a ser casi imperceptibles.
Las propiedades de los ruidos blancos son muchas: al resultar agradables al oído y extremadamente calmantes, son muy indicados para conciliar el sueño, pero también para calmar la ansiedad, para ayudarnos a concentrarnos en alguna tarea determinada, para reducir el estrés...
Además, este tipo de sonidos han demostrado ser muy eficaces para, por ejemplo, calmar a los bebés cuando no puedan dormir o cuando no dejen de llorar, ayudándoles a tranquilizarse. Eso sí, los expertos aseguran que usar este tipo de sonidos de forma constante para tranquilizar a los más pequeños puede alterar su desarrollo auditivo y generar cierta adicción. Por eso es recomendable usar el ruido blanco como recurso para casos concretos o puntuales, y no como rutina diaria.
La explicación de la eficacia del sonido blanco para calmarnos se encuentra en que el ruido blanco provoca que el nivel del umbral auditivo alcance su máxima velocidad, de forma que, cuando escuchemos un ruido blanco de fondo, los sonidos más intensos tendrán una capacidad menor para activar nuestra corteza cerebral.
Por este motivo, el ruido blanco también se utiliza en el tratamiento de personas que padecen acúfenos o tinnitus. Se trata de zumbidos o pitidos en el oído que no se corresponden con ruidos exteriores y que a la larga puede acabar provocando problemas como pérdida de audición. Además, este problema es causa de un mayor nivel de estrés y puede provocar ansiedad e incluso depresión en quien lo padezca, así como generar trastornos del sueño, como el insomnio.
También existen estudios que aseguran que el ruido blanco podría tener la capacidad de favorecer la concentración en niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).