Gemma, aterrada y con las gafas rotas, envió un mensaje de móvil a su madre con muchos emoticonos llorando. Así se sentía después de que un hombre le pegara un empujón y un fuerte puñetazo en la cara. Sin mediar palabra ni motivo alguno. Es la última crueldad que vemos, pero no se trata de una excepción. En el último mes se han producido varios casos de extrema violencia con un denominador común: la falta de motivos.