San Mamés, testigo directo de la lacra de la violencia en el deporte

No hace ni tres semanas de la última explosión de violencia a las puertas de San Mamés. Durante aquella batalla campal, desatada el día en que se enfrentaban el Spartak de Moscú y el Athletic de Bilbao en Europa League, el ertzaina Inocencio Alonso sufrió un infarto y murió en el acto.

Los ultras de ambos equipos demostraron un odio visceral que consiguió, una vez más, que la violencia en le ganase el partido al deporte.

Ahora, cuando solo podía pensarse en evitar otro episodio así, han sido otros ultras, los del Olympique de Marsella, los encargados de sembrar el pánico. Y eso que el estadio ya estaba blindado, porque esto es lo que ocurrió en su última visita, hace dos años. Aquel día hubo de todo menos fútbol. Disturbios, peleas, incidentes… Violencia en estado puro que infecta a estadios de todo el mundo y de toda categoría. Esta misma semana el presidente del PAOK Salónica, un equipo griego, invadió el campo para protestar por la anulación de un gol con una pistola enfundada.

En Rusia, sede del Mundial de Fútbol 2018, país con una de las hinchadas más violentas de Europa, el presidente Putin ha aprobado una ley antiultras que permitirá la prisión preventiva de los violentos durante la competición.