La vida bajo el velo
PILAR BERNAL
23/04/201020:24 h.Samira reserva su belleza para su familia más íntima y para su futuro marido. Por eso y, además, para mostrar que es musulmana se amarra cada mañana el velo: no me gusta que cualquiera vea mi pelo, mi cuello, mis piernas. Se lo puso hace tres años, cuando recién había cumplido los dieciséis: fue una decisión que tome poco a poco. No tuve una llamada de la noche a la mañana. Al principio me lo ponía sólo para ir a la mezquita y después poco a poco empecé a ponerlo para salir a la calle y me sentí cómoda. Le gusta estar en forma pero no en todos los gimnasios aceptan que se haga deporte con la cabeza cubierta.
Según Samira no hay diferencia: es lo mismo que hacer deporte sin velo. Es más, yo creo que es mejor porque cuanto más ropa llevas más calorías quemas. Magda se lo puso a los trece, acaba de cumplir diecisiete, y dice que se lo puso tarde: es obligatorio a partir de los diez, así que yo me lo puse demasiado tarde. Cuenta que sus padres, marroquíes, se pusieron muy contentos cuando ella decidió cubrirse la cabeza: mi padre estaba feliz.
En su entorno las aceptan bien pero el velo no deja de generar curiosidad entre los estudiantes con los que comparten aula de informática: yo la primera vez que te vi Samira, reconozco que me pareció curioso. El velo lo respeto pero ir más allá me parece que es ir contra los derechos de la mujer.. el burka por ejemplo. Samira llega incluso a justificar el uso del burka si se pone voluntariamente: si la persona quiere está en su derecho, a ti que más te da. Un debate abierto y una polémica todavía sin resolver.
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