'Mamá, quiero ser artista'

GUILLERMO DE LA VEGA Y DIEGO LARRINAGA 15/01/2008 19:27

Sí. Echamos mano de unas cuantas pelucas acompañadas de antifaces, caretas y sombreros, pero se nos seguía viendo el plumero. Bajo la influencia del 'Elogio al maquillaje' de Baudelaire, estupefactos, comprobamos que el mundo está lleno de artistas anónimos.

Un niño con madera de Camarón que se arranca en bulerías y eso que no levanta más de tres palmos del suelo. Grupos de danza que ensayan en medio del caos su coreografía moviendo el esqueleto hasta la osteoporosis. Un Frank Sinatra perdido entre el tumulto, una Withney Houston que pasa de ronda, unos mariachis que acaban en pelotas, percusionistas do Brazil, raperos bailado break y rimando flow por las esquinas'. Era el espectáculo de la vida misma.

Profesionales en sentido estricto hay pocos. Mucho alumno de escuela de danza y algún grupo que actúa por las salas de la España de Nino y Bruno. Y todos han llegado a la prueba de motu propio. La tele es el mejor catalizador. 'Me da un poco de vergüenza. He venido a probar y a pasar un buen rato', comenta Marga, alumna de una conocida academia de baile. Dos especialistas argentinos en peleas para cine reconocen que 'no sabemos si el jurado entenderá lo que hacemos'. Lo cierto es que todos comparten un mismo objetivo: pasar a la siguiente ronda y colarse en el programa.

Desde la artesanía de lo amateur, en esta pequeña Babel televisiva se reúnen todo tipo de disciplinas. Desde el clásico 'bailaor' incombustible hasta un niño que quiere ser como John Travolta en 'Grease'. Y nosotros jugamos con ellos. Bailamos, cantamos y nos echamos unas risas generales. Es una manera de endulzar la cuenta atrás hacia el estrellato de unos pocos. Los demás, humor y cuenta nueva.

Hemos hablado de los auténticos protagonistas, aquellos que se presentan al casting, pero también es interesante conocer la intrahistoria de los reporteros que coinciden al cubrir un evento como este.

Nobles y plebeyos

Dos anécdotas rápidas. La reportera Deborah, de Está Pasando, nos pide la peluca para 'enriquecer' su reportaje. Está visto que cramos escuela, modestia aparte. Y dos, el mismísimo Conde Lequio ('Dado' para los amigos) se niega a hablar con nosotros argumentando lo siguiente: 'No puedo hablar. Yo estoy trabajando'. A lo que le respondemos: '¿Y qué hacemos nosotros? ¿Tomarnos un Daikiri o qué?'. Parece que la peluca y la nobleza no son compatibles... pero entonces ¿lo que lleva la Duquesa de Alba es su pelo natural?

Puede que esa sea la diferencia entre las personas. La humildad es el ingrediente imprescindible que convierte a cualquiera un verdadero artista, independientemente de lo que haga, focos y bambalinas aparte. La gente normal que se presenta a estos castings sí que vale, porque la vida no deja de ser sueño, y los sueños, sueños son.