Asalto a los contenedores

EVA LUNA 14/04/2011 17:01

Se ha convertido en un trabajo. Se levantan temprano y recorren las calles con sus furgonetas parando cada pocos metros. Pasan entre 10 y 12 horas diarias recogiendo papel y cartón para venderlo al final de la jornada a las papeleras. Todo para obtener unos 15 o 20 euros limpios al día, los que resultan de quitar a los ingresos el gasto en gasolina.

Nos colocamos frente a un contenedor y los buscadores de papel no tardan en llegar. En este caso es un joven rumano que se mete de cabeza en el iglú, haciendo equilibrios en el aire con sus piernas. Tiene práctica, en un ágil movimiento de rodillas consigue engancharse con las corvas al techo del iglú. Le pillamos in fraganti:

-¿Qué haces ahora con esto?, preguntamos

-Lo vendemos.

-¿Cuánto sacáis al día?

-Ahora mismo a veces sólo sacas para pagarte la gasolina…

-Si hay suerte unos 15 euros, añade su joven pareja, una adolescente de 16 años con la que tiene un hijo de año y medio.

-¿Cómo lo haces, te metes dentro?

-Antes lo hacía, ahora ya no vale la pena porque no sacas nada, coges muy poquito, la verdad. Somos bastantes y los cubos están vacíos…

A pesar de lo poco lucrativo que es, el negocio se ha extendido de tal forma que a veces coinciden varias personas a la vez en un mismo contenedor. Mientras seguimos a un hombre que va cargando su furgoneta roja a base constancia coincidimos con otro que tiene el cuello metido en la ranura del iglú al que se dirigía el primero. Rechaza que le grabemos pero nos muestra amablemente la técnica que utiliza: con unas largas pinzas extrae hábilmente los periódicos y revistas a los que no llega con sus propias manos.

El Ayuntamiento de Madrid califica esta práctica de “falta de hurto” aunque la considera puntual. Nosotros somos testigos de cómo en una mañana pasan hasta 4 hombres diferentes en búsqueda del material preciado.

-¿Hay mucha gente dedicándose a esto?, preguntamos a dos marroquíes que llevan la furgoneta llena de cartones.

-¡Todo el país!, contestan.

-¿Cuánto calculáis que puede haber aquí dentro?, inquirimos señalando el interior de su vehículo -Unos 300 kilos…

Unos 30 euros más o menos.

Para los saqueadores de contenedores el cartón es menos codiciado que la prensa. “Sí, porque las revistas pesan más y están 3 céntimos más caras” nos explica un hombre de mediana edad que lleva poco tiempo en esto. Capataz en paro, se ha visto obligado a sustituir la obra por la basura: “La construcción toda se ha ido al garete. Se me terminó el paro y no voy a estar en casa comiéndome el cerebro, un día me arranqué, le llevé 23 euros a mi señora y dije, bueno, por lo menos con esto comemos”, nos explica. Su empeño que es que su hija pueda seguir estudiando en la universidad y no se vea abocada a recoger cartones como él.

-¿Cuántos ingresos obtiene así?

-Bueno, si un mes se da medio regular, unos 900 eurillos…

Reconoce que en ocasiones ha cogido el material de los contenedores, pero sólo, dice, cuando está a mano.

En las proximidades de las papeleras vemos un continuo trasiego de coches y furgonetas que vienen a vender su material, en muchos casos, robado de los contenedores del Ayuntamiento. Allí obtendrán 10 céntimos por kilo si se trata de cartón, 11 si son revistas, y 22 euros por kilo en el caso de folios impresos, lo más valorado. Los profesionales del papel aseguran que ellos no pueden comprobar si el material que compran es robado.

Es el final de una cadena que da de comer a familias de españoles, sudamericanos, marroquíes y rumanos que no encuentran otra fuente de ingresos para subsistir. Es parte de una economía sumergida que va en aumento.

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