La entrevista con esta reina del papel cuché la publica "Vanity Fair". Isabel Peysler está a las puertas de los 60, unos intensos años en los que ha pasado por tres matrimonios y en los que ha tenido cinco hijos que no han dejado ninguna rastro en su figura: está delgada y estupenda, más alta de lo que hacen sospechar las revistas. No le cuesta esfuerzo porque confiesa que siempre le ha gustado hacer deporte, aunque sí hace ayuno un día a la semana como una especie de purificación que la pone un poco de mal humor.
La Preysler se revela como una mujer reservada a la que no le gusta hablar de sus cosas, especialmente de las que son dolorosas para ella o para terceros. "Siento mucho el daño que hice a otros, pero lo repetiría todo otra vez", dice satisfecha de cómo ha ido gestionando su vida.
De sus hijos se confiesa muy orgullosa y niega estar en competencia con sus hijas: "No puedo entender las rivalidades entre madres e hija. Una madre siempre quiere que su hija la supere, que sea mejor que ella". La Preysler es ya una mujer madura y nos confiesa uno de sus defectos: aunque lo intenta con todas sus fuerzas no consigue ser puntual. LA