Según algunos expertos en la materia, manifestar públicamente su amor es casi una terapia para el pueblo japonés. Por motivos culturales, ellos tienen reticencias para expresar sus sentimientos, pero han encontrado una tratamiento de choque: el Día del Amor a la Esposa.
Una vez al año, y con la excusa de esta celebración, los hombres se liberan y explican cuánto quieren a su pareja. De rodillas, con micrófono, de traje o con chándal, pero todos a gritos y con flores, pasan por el escenario repletos de buenas intenciones. Y no se puede decir más alto pero sí más claro.
Con los gritos de los maridos llegan también las lágrimas de las esposas, que se emocionan con las muestras de cariño. Otros, sin embargo, acuden solos al acto porque aseguran que si lo dicen en casa les llaman locos.
"Me muero por tus huesos, me derrito por ti, te amo...". El piropo es todo un arte experimental para los habitantes del país del sol naciente. IM