Se recuperaron más de 22 kilos de joyas que habían sido sustraídas en España y Portugal. Las mujeres de la banda aguardaban el momento en el que el dueño de la vivienda salía sin echar la llave. Ya en el interior de la vivienda, se llevaban principalmente pequeñas alhajas que pudieran contener oro. El buen precio que este metal alcanza en el mercado favorece su venta.
Se produjeron un total de 19 registros, principalmente en Madrid y en Tarragona. Las joyas estaban escondidas en los lugares más insospechados. Relojes, pendientes y collares aparecieron enterrados en jardines o escondidos en los dobles fondos de las autocaravanas que la red utilizaba para desplazarse para robar en diversas provincias.
Las mujeres de la banda eran adiestradas desde niñas para robar en domicilios. Los hombres se ocupaban de vender las joyas y blanquear el dinero.
Todas las piezas están expuestas en la web de la Policía, para que sus dueños las puedan recuperarlas cuanto antes. Hay relojes de 6.000 euros y sortijas con brillantes, aunque también piezas de bisutería de escaso valor.
Las joyas buscan dueño y cuando alguien las reclama se compara lo declarado en la denuncia con la descripción de la pieza.
Algunas son únicas, como los relojes de alta gama que llevan su número de serie grabado en el interior. Así nadie se podrá llevar, de nuevo, lo que no es suyo.
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