De "Raúl selección" a "Eto'o cobarde"

MIGUEL PORTILLO R. 08/05/2008 00:00

"Míralo y recuerda esto, es increíble" decía un aficionado mientras no paraba de hacer fotos desde el primer anfiteatro. El pasillo al campeón. Rijkaard fue el primero en dar la cara. Salió delante de su equipo y esperó de pie la salida del Madrid. Puyol , el capitán, lo iniciaba por la izquierda. Todos aplaudieron... menos Abidal. Manos a la espalda. Hasta le costó dar la mano a Raúl.

Antes, las calles eran una orgía madridista. Camisetas del Manchester, el equipo que eliminó al Barça de la 'Champions' y banderas del Espanyol, se mezclaban con las blancas. Al grito de "campeones" llegó el autobús del Barça. Henry, con sus cascos habituales, con su hip-hop tratando de evadirle de la realidad, no pudo evitar clavar la mirada en algún aficionado que le enseñaba el dedo corazón.

La revancha del "Eto'o c... saluda al campeón" sonaron sólo un par de veces en el estadio. En la calle fueron más originales. "Samuel Eto'o, cobarde y maric...". Laporta también tuvo lo suyo, pero no tan respaldado. La actitud del ex madridista, borrado en el último momento, daba más rabia. Las bengalas, prohibidas en el interior del recinto, dieron color y amago de disturbios en los aledaños, sobre todo a la llegada del conjunto blanco, despacio, disfrutando de la fiesta por Concha Espina y Padre Damián.

Sobre el campo, Raúl tuvo su particular homenaje. Una cartulina perdida entre la multitud dibujaba su silueta con la camiseta de la selección mientras algunos aficionados se acordaban de Aragonés. "Pues mira yo no quiero que Raúl vaya a la selección, que se jodan, España no se merece un jugador así". Un señor que podía tener las 31 Ligas del Madrid a sus espaldas, lo veía claro para el club. "El Madrid, con once raules, ¿qué es? pues campeón de Europa ¡coño!".

El público pedía la manita, se miraba entre sí y reía. La humillación era de órdago. Los de las primeras filas, los nobles, se mojaron por la fina lluvia que tanto molestó. Raro, pedían al equipo lucha y correr y luego no aguantaban en sus asientos. Los vomitorios se llenaron de señores y ejecutivos que preferían ver la goleada a resguardo. Los que sí aguantaron bajo el agua fueron los 800 del fondo, aunque habría alguno de más, que hicieron cantar a todo el estadio y animaron a Calderón. El presidente, a petición de los 'ultras', acabó botando en el palco de autoridades. Como Mendoza, que en paz descanse, en el aeropuerto.

Tras el pitido final un periodista catalán hablaba por teléfono ¿Pero hoy qué hemos visto, al Brasil del 50 contra el equipo de mi barrio? Y Rijkaard se defendía en rueda de prensa como podía. Resoplos entre los asistentes, "este tío está fuera".