"Si Adelita se fuera con otra " decía la canción, y esta Adelita lo que quiere precisamente es eso, irse con otros. Es el nombre del proyecto que puso en marcha hace un año Laura Cañete, ex diseñadora de moda desencantada con la frivolidad del mundo de las pasarelas. Dejó de crear y se dispuso a abrir un canal para hacer circular tanta ropa que sobra haciéndola llegar a gente que la necesita y a quien, simplemente, quiere cambiarla por otra sin necesidad de consumir más.
Así creó adelitamadrid.com ese es el sitio virtual, el físico está dentro del antiguo Palacio de Gaviria, en la calle Arenal de Madrid. Por su local, lleno de montañas de ropa, desfilan a diario muchos clientes que ya se han hecho asiduos. El sistema es sencillo. Pagan una pequeña cuota, llevan toda la ropa que les sobra y con los puntos que les asignan pueden llevarse otra tanda de la que encuentren. Ropa de segunda mano y mucha hasta con etiquetas.
Laura nos cuenta que en este año por aquí han tenido hasta un vestido de novia y unos manolos. Muchas de sus clientas acuden como voluntarias para doblar ropa y organizarla. Es lo que hace Marta. Nos cuenta que así es como ella descubre las mejores cosas. Con Adelita viste a toda su familia. En su caso el trueque, se ha convertido también en algo que engancha. Dice que allí ha hecho amigas porque el secreto de ir a buscar ropa es hacerlo sin prisa. Perderse entre los rincones de pantalones camisas y faldas y rebuscar con calma, comentar con las amigas, echarse unas risas y hacer terapia.
Nos cuentan que aquí hay ya varios clientes que son compradores compulsivos y que en el trueque han encontrado una vía fácil con la que liberar su adicción. Aquí se llevan las bolsas llenas pero sin que se resienta la tarjeta. El éxito de esta fórmula responde también a una mayor concienciación del reciclaje en España. Aunque no es algo nuevo, hay un auge de tiendas que venden ropa de segunda mano. Sus dueños, rebuscan entre proveedores especializados por épocas , y también persiguen los tesoros que muchos particulares guardan en sus casas. En Biba Vintage, nos cuentan que esos tesoros no se regalan, casi siempre se pagan. El que los compra va buscando la diferencia y ese es el valor añadido que otorgan esas prendas, llevar algo único.
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