"Víctimas de un mal negocio"

ESPERANZA CALVO / BERNI VILA 11/02/2011 13:14

Elisa se emociona al vernos. Tiene visita, algo nada habitual para ésta valenciana condenada a cumplir una altísima pena lejos de casa. Lo primero que quiere aclarar es por qué nos ha concedido esta entrevista. "A la gente que me está viendo que si no quieren perder a su familia que no vengan a Colombia a recoger droga, no vale la pena, esto es lo peor que le puede pasar a una persona".

No quiere que nadie repita un error que también le ha costado el divorcio y la custodia de su hija. "Yo la dejé muy pequeña, llevo 3 años y 9 meses sin saber nada de ella, está con una familia de acogida hasta que yo regrese".

Su pesadilla comenzó en 2006, cuando vino a comprar ropa a Medellín. Asegura que una conocida le metió los 18 kilos de cocaína en las maletas, que ésta vez ella no sabía nada. Aunque también reconoce que en otra ocasión si realizó otro viaje a Venezuela a por cocaína. La captaron con tan sólo 18 años, cuando trabajaba como camarera en una discoteca. "Ésa gente sólo va a por los débiles, a por los que necesitamos el dinero. Después, cuando te detienen, te llaman por teléfono un par de veces pero sólo para amenazarte y asegurarse de que no los vas a delatar..

Nos dice que para no enloquecer se ha puesto a estudiar y a trabajar en la lavandería de la prisión. Así acorta su condena "por cada 6 meses de trabajo reduzco 6 de condena. Y así me mantengo ocupada".

El drama de Elisa se parece al de sus compañeras de celda. Erika también ha perdido la custodia de sus tres niños. Acosada por las deudas, decidió hacer el viaje. "Por mucha crisis que haya en España o a nivel mundial, que no lo hagan porque aquí se come mucha mierda" Le prometieron 20.000 euros a cambio de transportar una maleta con 3 kilos de cocaína entre Bogotá y Madrid. "Viajé a Colombia un mes antes, me alojaron con una familia y me tenían permanentemente controlada. Llegó el día y vino un muchacho con la maleta, me dieron el billete y al llegar al aeropuerto me dijo "que Dios te bendiga". Pero nada más poner el pie en la terminal, dos policías me detuvieron. Me utilizaron de gancho"

Erika cree que las organizaciones de narcotraficantes muchas veces entregan a mulas que llevan pequeñas cantidades. "Aquí todo está comprado, las mulas pequeñas somos las que estamos aquí en la cárcel. Si a mi me capturaron por llevar 3 kilos es que otro estaba pasando 40 por otro lado".

Charlamos en el patio exterior de la prisión porque nadie garantiza nuestra seguridad dentro. La vida en una cárcel colombiana dista mucho de la realidad penitenciaria española. Erika sufrió una violación hace unos meses. "me cogieron a golpes entre varias presas y me metieron la mano por la vagina" fue horrible" Las cárceles colombianas no son fáciles. Ni las de mujeres ni las de hombres.

La mayoría de los 120 españoles que hoy en día cumplen condena en Colombia son hombres. 30 de ellos están internos en el centro penitenciario La Modelo, el más cercano al aeropuerto internacional de El Dorado, el punto de partida de los correos de la droga hacia Europa y Estados Unidos. "Todos los que estamos aquí somos correos, unos pobres desgraciados que escogimos la peor forma de arreglar nuestros problemas económicos". Pedro prefiere que no mostremos su rostro. En España tenía un negocio, una vida y se siente avergonzado. Sin la crisis, nunca habría realizado el viaje que le llevó a la ruina definitiva.

"La situación económica se puso grave, la hipoteca la perdía y lamentablemente me encontré a la persona que no tenía que haberme encontrado" No fue ambicioso. Le tuvo miedo a la maleta, al olfato del perro y a la eficacia del escáner. Por eso prefirió jugarse la vida y tragarse 400 gramos cocaína. "No es como lo pintan, la gente llega aquí engañada, te dicen no pasa nada, que les tenemos pagados" pero de todo eso nada, de todos mis compañeros no hay nadie que tenga la colaboración de esa gente".

Nunca ha vuelto a ver a los que un mal día les propusieron participar en esta pesadilla. Se sienten utilizados, como moscas atrapadas en la escabrosa red del tráfico de drogas.

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