Las noticias no siempre son postivas o alegres. Algunas reflejan una crueldad que puede llegar a conmover y asustar hasta a las personas más experimentadas. Esto es lo que le ocurrió a Michele, un anciano romano de 94 años, el pasado 2 agosto.
Él, como cada noche, se había sentado en el sofá a ver las noticias en la televisión cuando, sin previo aviso, rompe a llorar. Su mujer, Jole, de 89 años, acude alarmada al salón e intenta tranquilizarlo. Es inútil.
El sensible anciano, prosigue sollozando y elevando tanto sus llantos que sus vecinos, asustados, llaman a la Policía. A los pocos minutos acuden al domicilio Andrea Alessandro, Ernesto e Mirko, dos patrullas que no se esperan lo que se esconde tras esa puerta. Al entrar, descubren que no hay altercado alguno, sólo una pareja de abuelos que se aman y cuya soledad han guardado demasiado tiempo dentro de ellos.
Charlando durante varios minutos con los agentes, éstos se dan cuenta de que esa intervención sí tiene un cometido: "Tranquilizar a dos almas solitarias", así es cómo ellos mismo lo describen en el propio informe policial. Además descubren que en la precaria cocina sólo hay un "mísero racimo con tres únicas uvas".
Por ello, sin pensárselo dos veces y hasta que se presente la Ambulancia que compruebe la buena salud de la longeva pareja, la pequeña representación del cuerpo de Policía romano se convierten en un improvisado, pero engrasado, equipo de cocineros y metres.
A los pocos minutos y tras pedir permiso para mirar en la despensa, "los enamorados ancianos" pueden deleitarse con una cena que hace mucho tiempo que no probaban. Y es que, aunque la pasta con matequilla y queso no tiene nada de especial, el plato "viene cargado de humanidad", gratitud y cariño. Una auténtica cena en familia.