"Veo como me cuelga la piel. Me siento como una joven atrapada en un cuerpo de una vieja". Así explica Zara Hartshorn a la publicación cómo vive, después del comienzo de la enfermedad que provoca la pérdida del tejido adiposo.
La chica británica ha contado el acoso escolar y los insultos que recibe de sus compañeros. "La gente me llama "mono" y "abuela", a veces tengo que meterme en el baño para llorar".
Su madre, Tracey Pollard, de 41 años, sabe exactamente cómo se siente Zara, la más joven de sus seis hijos.
La distrofia es una enfermedad hereditaria que sufren unas 2.000 personas en todo el mundo, aunque también puede ser contraida como un efecto de algún medicamento o asociada a algún padecimiento del sistema inmunitario.
No tiene cura, aunque muchos pacientes tratan de mejorar su apariencia sometiéndose a la cirugía estética.