Civilizaciones desaparecidas por el clima

Nica Cero 02/02/2016 09:35

Aunque el cambio climático comienza ya a formar parte de nuestra lista de preocupaciones, es curioso como durante mucho tiempo se ha atribuido la desaparición de algunos pueblos exclusivamente a otras causas como a las invasiones extranjeras o a las crisis económicas, sin tener en cuenta el trasfondo ecológico.

Climatólogos, paleontólogos y antropólogos han estudiado los anillos de los árboles, analizado estalagmitas, hurgado en los sedimentos y observado imágenes de satélite para reconstruir escenarios climáticos que sucedieron en épocas pasadas y que están directamente relacionados con las causas de la desaparición de culturas y civilizaciones.

Una estalagmita que revela los secretos mayas

Durante los últimos meses hemos oído hablar mucho del fenómeno El Niño, que genera cambios de temperatura en el océano Pacífico y provoca inundaciones en un lado del planeta y sequías en otras zonas. El Niño ya hacía de las suyas en la época del imperio maya, generando sequías en la zona de Centroamérica y el Caribe.

El estudio de una estalagmita de una cueva de Belice muestra cómo se produjo un periodo anormalmente lluvioso entre el 440 al 660 d.C, que motivó un crecimiento poblacional y la expansión del imperio maya, mientras que en el periodo 660 al 1100 d.C. se produjeron sucesivos ciclos de sequías, que provocaron la huida de los mayas al norte, abandonando Chitchén Itzá.

El efímero imperio acadio

Uno de los pueblos más importantes de Mesopotamia, a pesar de su corta duración, fue el acadio. Su primer monarca, Sargon, fue el primero que consiguió unificar toda la cuenca de Mesopotamia bajo un mismo mandato, constituyendo el primer imperio de la historia. La ciudad de Acad, ubicada en las afueras de la actual Bagdad, se fundó hacia el 2340 a.C.

El impero de Acad se derrumbó casi tan rápido como se había desarrollado: su esplendor apenas duró 100 años. A ello contribuyó la invasión de un pueblo bárbaro, conocido como 'Los Guti', pero también recientemente se ha asociado con la aridez. La falta de lluvias en la región causó una sequía global que provocó el declive de esta cultura.

Una sequía y un aumento de la población acabaron con el imperio asirio

Según estudios de la Universidad de California y del Centro de Investigación de Civilizaciones de Anatolia, el aumento de la población y la sequía pudieron jugar un papel importante en el colapso del imperio asirio de la antigüedad, además de las luchas civiles y de la inestabilidad política.

Datos paleoclimáticos muestran que las condiciones climáticas en el Cercano Oriente se hicieron más áridas durante la segunda mitad del siglo séptimo a. C. En un tiempo en el que la región había experimentado un aumento considerable de habitantes, esta investigación apunta a que la población fue reasentada por la fuerza, lo que redujo la capacidad del Estado para soportar la sequía severa que golpeó a esta zona en el 657 a.C. Todo ello, unido al deterioro de la estabilidad política y económica, aceleró la caída del imperio asirio. Sorprendente parecido guarda hoy en día esta región desgraciadamente de actualidad por una grave sequía y por el conflicto político en Siria y en el norte de Irak.

Los jemeres también abandonan los templos de Angkor

El imperio jemer o de Angkor fue un poderoso reino ubicado en el Sudeste asiático, en lo que hoy corresponde a Camboya, Tailandia, Laos, Vietnam, parte de Myanmar y Malasia. Los templos de Angkor, que comenzaron a erigirse a finales de siglo VIII hasta siglo XIV, son el testimonio del poder de este imperio.

Su decadencia es motivo de muchas discusiones. Para muchos, el país se enfrentó a hambrunas que debilitaron su economía y lo convirtieron en blanco fácil para las incursiones extranjeras. Pero un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge apunta a un largo periodo de escasez de lluvias, agravado por el mal mantenimiento de la infraestructura hidráulica que habían montado los jemeres, que servía para almacenar el agua sobrante de las lluvias que el monzón dejaba en verano. Un ejemplo de sofisticada tecnología que falló en condiciones extremas.

Tampoco hemos de olvidarnos de que para construir su capital y sus asentamientos circundantes, además de las plantaciones de arroz necesarias para alimentar a una población numerosa, los jemeres deforestaron casi toda la llanura de Angkor. Esta ausencia de árboles rompió el ciclo natural de las lluvias y, durante finales de siglo XIV y los primeros años del siglo XV, no se produjeron lluvias del monzón, según revelan anillos de los árboles en Vietnam. Los científicos también han encontrado un incremento de arena sedimentada, que prueba que, durante mucho tiempo, no entró agua en los depósitos de la infraestructura hidráulica. Solo hacia el siglo XVII este sistema volvería a funcionar y, para entonces, los jemeres ya eran historia.

Un Sáhara que estaba cubierto de vegetación

Por el hielo de la cumbre del Kilimanjaro sabemos que una sequía de nada menos que 300 años azotó África hace cuatro milenios. El inmenso territorio de vegetación se transformó en el desierto que hoy conocemos. Los científicos atribuyen el fin de las precipitaciones a la alteración del régimen de vientos y lluvias, causada por las oscilaciones periódicas de la órbita terrestre, que hacen que la radiación solar recibida varíe en cada hemisferio.

Varios factores terminaron con la cultura supe

A veces, el final de una cultura se debió a una desafortunada combinación de factores, como el caso de la desaparición de la cultura supe, creadora de las primeras pirámides en América.

Científicos de la Universidad de Maine han encontrado huellas del seísmo que erosionó los valles de la costa central de Perú. Después, las lluvias de El Niño arrastraron el material erosionado al mar, formando una barrera de arena que luego los vientos enviaron tierra adentro, lo que produjo que la franja costera se convirtiera en un erial y que el polvo se tragara Caral, la urbe más antigua de América.

¿Lección aprendida?

Estos son solo algunos ejemplos sucedidos a lo largo de la Historia, pero es necesario comprender que reducir el medio ambiente a un telón de fondo de nuestras vidas es tan absurdo como caer en el "determinismo ecológico".

Además, no todas las culturas sucumben a un entorno adverso como los esquimales o los tuaregs. Estos estudios lo que nos muestran es que el planeta viene calentándose y enfriándose cíclicamente. La novedad es que, ahora, estamos alterando esos ciclos, de ahí la utilidad de sacar enseñanzas de los desastres del pasado.