Las nubes son agregados visibles de minúsculas gotitas de agua, cristales de hielo y de ambos, suspendidos en la atmósfera y producidos por la condensación de vapor de agua. Así aparece la primera definición en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, pero son mucho más. Las nubes son hidrometeoros, un fenómeno físico que se produce en la atmósfera debido a la suspensión de microscópicas partículas de agua. Este fenómeno meteorológico dispersa la luz visible lo que hace que las veamos blancas, aunque a veces contienen tal cantidad de agua que los rayos solares no logran atravesarla, tornándose grises. Por eso, es más probable que se produzcan precipitaciones en el caso de las oscuras porque tienen más probabilidades de descargar su líquida composición.
Precipitación, una cuestión de saturación
La precipitación, una parte clave del ciclo hidrológico que favorece la vida en el planeta porque proporciona agua dulce a los seres vivos , es cualquier forma de hidrometeoro que cae de la atmósfera a la superficie terrestres, es decir: lluvia, nieve, aguanieve, granizo y llovizna. Este fenómeno se origina en las nubes cuando estas alcanzan un punto de saturación que hace que las gotas de agua aumenten su tamaño y, debido a la fuerza de la gravedad, terminen precipitándose sobre nuestras cabezas.
Un farmacéutico, clasificador de las nubes
Luke Howard, un farmacéutico británico, fue el encargado de realizar la actual clasificación de las nubes a principios del siglo XIX, que se divide en cuatro categorías:
Parámetro en base a la altitud
En el año 1956, la Organización Meteorológica Mundial, nacida en el seno de la ONU para la cooperación de los servicios meteorológicos de todo el mundo, llevó a cabo una ordenación en base a la altura, de tal manera que los cirros (aisladas y con forma de filamentos blancos, como si fueran mechones de pelo), los cirrocúmulos (delgadas y con forma de onda sin sombra) y los cirrostratos (como un velo transparente con apariencia lisa) ocupan el apartado de nubes altas, por encima de los 6.000 metros, donde el aire es frío y seco, lo que hace que su composición sea principalmente cristales de hielo.
Entre los 2.000 y 5.000 metros se forman las nubes media, compuestas por una mezcla de gotas de agua y cristales, debido a que a esas latitudes las temperaturas suelen ser también bajas. Los mantos nubosos grises en extensiones muy grandes que dejan pasar levemente la luz del sol son los llamados altoestratos; las masas globulares en capas o forma de parches de colores blancos o grisáceas se las conoce como altocumulus; mientras que son nimbostratos aquellas uniformes de tonalidad gris oscura que siempre producen precipitaciones continuas, pero no muy intensas. Los estratocúmulos (nubes redondeadas en filas, que dejan ver algo del cielo) y los estratos (un manto gris de base uniforme que se parece a la niebla, pero no alcanza la superficie) son las dos categorías de las nubes bajas.