Romanticismo, adiós: hablamos con expertos de la ‘suciedad’ que no te deja ver las estrellas en tu ciudad

Elsa Alonso 12/11/2017 08:10

Los observatorios astronómicos de las urbes han cerrado, o se han convertido en museos, porque ya no hacen ningún descubrimiento estelar. ¿El motivo? La contaminación lumínica. Hemos hablado con César González, divulgador de astronomía del Planetario de Madrid, y nos cuenta: "Básicamente es por la luz parásita. El exceso de iluminación en las ciudades de farolas, edificios y otros, hace que las estrellas no sean perceptibles para el ojo humano". Y es que, nuestra pupila actúa como el diafragma de una cámara y "decide la cantidad de luz que entra por el ojo. Cuando hay un exceso de luz, tiende a cerrarse y vemos menos que cuando estamos en penumbra, que consigue abrirse hasta 7 mm", comenta González.

La manera que tiene la pupila de adaptarse a la cantidad de luz excesiva de las ciudades es cerrándose y obviando la luz que emiten las más de 4.000 estrellas del manto oscuro, "que son puntos muy débiles y que solo son visibles con mucha oscuridad", cuenta el experto en astronomía.

Desde 1950, la población mundial ha ido aumentando y, con ella, la cantidad de luz emitida a la atmósfera. No obstante, el número de personas en la Tierra no es el único factor que ha hecho crecer esta iluminación artificial desmesurada: las nuevas tecnologías, el derroche de luz en bombillas ornamentales o el tipo de bombilla usada en el alumbrado público tienen mucho que ver.

Sobre esto último, César González ha detallado: "Particularmente, en España, tiene que ver con el tipo de farolas: hemos usado mucho tiempo los globos de luz, que desperdician un 50% de la luz que emiten porque la direccionan al cielo". Y, como estas, los focos ornamentales: "en muchos edificios colocan luces como adorno, que no sirven de nada. Y lo peor es que las sitúan en el suelo y emiten su luz al cielo; es decir, un gasto de dinero y de luz innecesario, porque al cielo no hace falta iluminarlo".

Para ilustrar esta situación, hemos recogido unas instantáneas que el astrofísico Alejandro Sánchez de Miguel publicó en su tesis sobre 'Variación espacial, temporal y espectral de la contaminación lumínica', en las que se puede ver el nivel de contaminación lumínica en Madrid con respecto a otras grandes ciudades europeas:

*Foto: Figura 3.42; 'Variación espacial, temporal y espectral de la contaminación lumínica'/ Fuente: Alejandro Sanchez de Miguel

Podemos observar lo que se conoce como "globo de luz". César González lo expresa como: "la mezcla de la luz de todas las farolas que hay en toda la ciudad". El tono amarillo anaranjado que siempre vemos desde la Tierra (y que es mayor en Madrid) es debido en especial a las luminarias de sodio: "Estas tienen un pico de emisión de luz coincidente con el máximo de captación del ojo humano y, por eso, no nos dejan ver más allá. En España, son muy utilizadas en comparación con las de LED o las de mercurio", detalla González.

*Gráfica: Figura 3.44; 'Variación espacial, temporal y espectral de la contaminación lumínica'/ Fuente: Alejandro Sanchez de Miguel

¿Existe alguna solución?

Esta es una imagen tomada desde la Estación Espacial Internacional de la ciudad de Madrid:

*Foto: Madrid de noche/ Fuente: Estación Espacial Internacional

En la actualidad, se está intentando paliar la situación, aunque sea solo por aminorar el gasto económico que se está produciendo, pero es difícil. Todo empezaría por:

· Reducir el gasto energético para que fuese acorde con la población. Ahora, no es (ni mucho menos) razonable en la mayoría de las ciudades españolas:

· Cambiar el diseño de las luminarias: "se cambiaron los globos de luz por los opacados, que solo emitían luz hacia el suelo, y en algunos sitios se usan las LED, que son de luz blanca, aunque su uso podría alterar el ciclo del sueño de humanos y pájaros. No obstante, en muchos pueblos y monumentos siguen usando esa luz azul de mercurio", dice César González.

· Reducir la potencia de las luminarias del alumbrado urbano.