¿Entre quiénes se reparten el pastel del negocio espacial?

Antonio Ayuso* 07/04/2016 17:17

Otras misiones, las menos, las idean y llevan a cabo empresas privadas que hacen negocio al proveerte de ciertos servicios espaciales. Un ejemplo incipiente de estas últimas son las que te llevarán allá arriba previo pago de tu billete espacial.

Mercado institucional

Una premisa tan cierta como que el hombre ha pisado la Luna: las agencias nacionales del Espacio se nutren del dinero de los contribuyentes. Y son estas agencias las que eligen dónde invertir. Deciden, por ejemplo: entre explorar Marte, investigar el origen de la radiación cósmica de fondo o hacer mapas de las anomalías gravitatorias de la Tierra.

La NASA es la agencia espacial norteamericana. Roscosmos es el nombre de la agencia espacial rusa. La CNSA es la china. Europa se arracima en torno a la Agencia Espacial Europea. La JAXA es la agencia japonesa. ISRO son las iniciales de la agencia espacial de la India. Estas seis son las agencias más importantes, más que nada porque son las únicas capaces de colocar un satélite en órbita sin pedirle ayuda a nadie (ojo, si hablamos de lanzar personas en lugar de máquinas, la lista incluiría únicamente a las tres primeras).

Cada una de ellas elige hacia dónde dirigir los esfuerzos presupuestarios de su país en materia aeroespacial. Sin embargo (salvo en el caso de China), no son las agencias las que diseñan y fabrican. De ello se encarga la industria aeroespacial. Las agencias deciden y las empresas ejecutan.

Mercado comercial

La actividad más potente en este mercado es la de los satélites de comunicaciones. ¿Por qué? Pues porque resulta que si, por ejemplo, sumamos todo el dinero que los habitantes de este planeta están dispuestos a pagar por ver un Real Madrid–Barça en directo en el televisor de su salón, resultará que esa cifra será una parte nada despreciable de lo que cuesta desarrollar, lanzar y operar una satélite geostacionario (conste que para ganar dinero de verdad tendrá que haber varios de esos enfrentamientos y, si puede ser, que uno de ellos sea la final de la Champions League).

Otro mercado importante en la actividad estrictamente privada es el de conseguir unas buenas imágenes de la Tierra vista desde allá arriba. Esos satélites, diferentes de los del Madrid–Barça, ayudan, por ejemplo, a optimizar cosechas o a gestionar emergencias (fuegos, inundaciones, etc.). Las imágenes son adquiridas, en estos casos, por asociaciones de agricultores u organismos estatales de protección civil.

Turismo espacial

El nicho más prometedor, en cualquier caso, en este mercado en el que el contribuyente no está ni se le espera, es el de la industria del turismo espacial. La idea es que en unos años puedas acudir a tu agencia de viajes más cercana para contratar un fin de semana para ti y los tuyos con el objeto de presenciar desde lo alto (algo más de cien kilómetros) cómo la Tierra se curva allá al fondo, sobre lo oscuro más oscuro del Espacio exterior.

Entre los proyectos más maduros se encuentra el de los norteamericanos de XCOR Lynx, quienes están desarrollando un avión biplaza capaz de tenerte flotando unos pocos minutos a cien kilómetros de altura. Si no te convence, la gran alternativa es Virgin Galactic, liderada por Richard Branson, que apuesta por una solución de cabina para cinco o seis turistas. Para bolsillos más acostumbrados a las decenas de miles, está lo del vuelo parabólico. El billete, que cuesta unos 5.000 euros, incluye quince tandas de veinte segundos de duración en ausencia de gravedad. Es como ser astronauta quince veces, pero en rachas de veinte segundos. Aunque suena un poco estresante, dicen que es divertido. No apto, eso sí, para estómagos sensibles.

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*Antonio Ayuso es Ingeniero Aeronáutico y lleva más de veinte años trabajando en el sector Aeroespacial. Tiene una amplia experiencia en sistemas espaciales en general y en los que controlan la actitud y la órbita de los satélites en particular.