Presentan el primer exoesqueleto biónico infantil para niños con problemas de movilidad

Presentan el primer exoesqueleto biónico infantil del mundo, el ATLAS 2030. El dispositivo fabricado y desarrollado por la investigadora del CSIC Elena García Armada, permite la movilidad en menores que no pueden andar o que tienen dificultades. Una estructura sostiene el peso gracias a varios motores que facilitan los movimientos del que los usa. Este avance hace que los niños "crezcan como personas a la vez que se recuperan físicamente".

El exoesqueleto biónico para niños ha sido presentado en la Fundación de la Comunidad Valenciana para la Neurorrehabilitación, FUVANE, en el Parque Tecnológico de Paterna (Valencia), donde se lleva a cabo un método de rehabilitación neuronal dirigido a menores con parálisis cerebral y patologías afines.

El exoesqueleto pediátrico permite a que los menores puedan desplazarse con mayor facilidad gracias a una estructura que sujeta su peso junto a una serie de motores en diferentes partes del cuerpo que acompañan al menor en cada uno de sus movimientos. El ATLAS 2030 facilita el trabajo del terapeuta con el niño.

Los niños crecen como personas a la par que se "recuperan físicamente"

El director comercial de Marsi-bionic, Ignacio Barraqué ha subrayado las ventajas del exoesqueleto biónico. "Este sistema les permite moverse, interactuar con juguetes y con otros niños, así como desplazarse por todo el espacio. Esto hace que crezcan como personas a la vez que se recuperan físicamente", ha explicado .

Durante la etapa de desarrollo en los niños de 3 a 11 años "necesitan tener estímulos para que puedan crecer como personas" y el exoesqueleto les ha ofrecido en los ensayos clínicos unos resultados "espectaculares" en la recuperación de la fuerza muscular y la capacidad respiratoria.

Esta estructura sujeta el peso del menor y eso ayuda al terapeuta "que no tenga que sujetarlo y pueda trabajar con el niño". Se compone de ocho motores, seis de ellos en las piernas, tobillo, rodilla y cadera, para que el terapeuta decida cuál es la fuerza que necesita el niño para superar el umbral con la ayuda de este mecanismo.

En el caso de menores que no pueden hacer fuerza, el exoesqueleto haría el cien por cien del trabajo físico. Para ello cuentan con seis motores laterales que ayudan a tener un patrón de movimientos "lo más natural posible", así como dos motores en la cadera que permiten que se adapte a cada niño específicamente.

"En tan solo siete minutos se puede adaptar a cada niño y desarrollar el movimiento según las necesidades del menor, sin forzar sus articulaciones", ha explicado Barraqué. El objetivo de este sistema es tener la posibilidad de que el paciente se pueda llevar el exoesqueleto a casa pero, de momento, no cuentan con la certificación clínica, por lo que por el momento solo puede ser utilizado en centros homologados bajo la supervisión del terapeuta.

Barraqué ha avanzado que en octubre empezarán con ensayos clínicos en la casa del menor, con supervisión clínica pero que el siguiente paso sería una monitorización clínica en la casa del paciente: "Eso abriría el camino para que el exoesqueleto llegue a todos los niños".

La importancia de la ejercitación física

Los menores con enfermedades de atrofia muscular, con daños cerebrales y lesiones modulares serían susceptibles para emplear esta tecnología que podría llegar a reducir la rigidez física de sus pacientes, pero tienen que ejercitarse físicamente para evitar que sufran lesiones.

"Es fundamental que estos niños se ejerciten físicamente, porque si no hacen esta rehabilitación al final los problemas se aceleran y puedan terminar en intervenciones complicadas para que puedan respirar bien o para que puedan mover los músculos. Si no se ejercitan físicamente podrán llegar a tener luxaciones en la cadera e incluso roturas de huesos", ha asegurado el director comercial de Marsi-bionics.

La rutina de ejercicios de esta estructura robótica permite al paciente hacer más repeticiones de movimientos pero con una "mayor motivación" por la que el niño puede jugar y divertirse, y así que pueda "interiorizar" los ejercicios que se llevan a cabo durante las terapias.

La investigadora del CSIC, Elena García Armada ya ha desarrollado un robot de treinta kilogramos que es capaz de realizar labores de rescate en catástrofes y a trabajos de desminado.