Cirugía para reparar el pasado

EVA LUNA 07/02/2011 15:43

Apenas habían cumplido los cinco años cuando a Ádama y a su gemela Hawa les practicaron la ablación. Lo hicieron sin el consentimiento de su madre que por entonces se encontraba en España.

Las niñas fueron trasladadas de Senegal a Gambia, donde sí es legal esta práctica, para someterlas a un rito salvaje que supuestamente marcaría su paso de niñas a mujeres. Ellas lo recuerdan todo como si fuera ayer.

Ádama lo cuenta con una tranquilidad asombrosa y con todo lujo de detalles: "Recuerdo cómo me cogía la mujer las piernas, la cabeza, me intentaba tapar los ojos para que no viera, pero no lo consiguieron, yo lo ví absolutamente todo, cómo me mutilaban y cómo la sangre estaba cayendo...".

Parece imposible pero Ádama consigue rescatar alguna sensación positiva de aquel terrible momento: "Esa parte me gusta porque recuerdo que me resistí muchísimo, no me podían coger, es lo que más recuerdo y me enorgullece...".

La niña creció en Senegal y a los 10 años regresó a España con su hermana para reunirse con su madre. Y fue aquí en España donde se le abriría una nueva puerta a su futuro.

Se encontraba investigando sobre la ablación para un trabajo del instituto cuando le hablaron por primera vez de la Fundación Salud de la Mujer Dexeus. Supo que allí financiaban, sin ningún coste para las mujeres, las operaciones que les podrían devolver lo que les quitaron de niñas sin su consentimiento.

Aplicando una técnica clásica de alargamiento de pene se reconstruye el aparato genital de las mujeres a partir del fragmento de clítoris que ha quedado en el interior.

Más de 80 mujeres han pasado ya por el quirófano y los resultados son sorprendentemente buenos: "Un profano no notaría la diferencia con otra mujer que no haya sido sometida a la ablación", explica el Doctor Pere Barri, ginecólogo de la Clínica Dexeus, la pionera en España en este tipo de cirugías: "Es como hacer un traje a medida, siempre queda algo de clítoris para reconstruir", apunta.

El único requisito para ser operada es ser mayor de edad, "No queremos que aunque luego los medios sean distintos de los de su país de origen una niña lo pueda vivir como una segunda mutilación, como un proceso traumático", explica el doctor.

Ádama está preparada para pasar por la mesa de operaciones. Este trabajo que está realizando para el insitituto le ha servido para exorcizar todos sus fantasmas: "He pasado de no saber absolutamente nada del tema a saber mucho, yo huía de esto, no quería hablar nunca...".

Ahora habla con una naturalidad pasmosa. Está segura del paso que va a dar, y se siente muy agradecida. Lo mismo le ocurrió a Aisa. A sus 40 años se siente una mujer nueva.

Hace apenas un año que se sometió a la reconstrucción del clítoris y asegura que le ha cambiado la vida: "Me siento estupenda, me siento muy bien, con mucho ánimo, entera... " dice entre risas.

Asegura que la recuperación fue rapidísima y que enseguida tuvo sensibilidad en la zona. Ella dio el paso por pura rabia: "Nadie me pidió mi opinión para hacer esto, estaba indefensa y no tendían derecho a quitarme algo sin preguntarme".

Aisa no tiene recuerdos traumáticos del momento de su ablación porque sólo tenía 7 días de vida cuando se la practicaron.

De hecho no supo que era una mujer mutilada hasta la adolescencia: "Tuve las primeras dudas cuando aprendimos los aparatos genitales, te ponen labios pequeños, labios grandes y tú dices, pero si yo sólo tengo dos... Como te lo hacen a los siete días tú piensas que es normal, hasta que ves otra cosa que te diga que no lo es... ".

A pesar de que la ablación se transmite de generación en generación nadie la menciona. Ni siquiera se habla entre las mujeres de la familia, ni con la con la hermana ni con la madre, es tabú.

La mutilación genital femenina se practica principalmente en 28 países africanos pero también en Asia y Oriente Medio. La más agresiva es la conocida como la faraónica, que consiste en extirpar prácticamente todo el aparato genital de la mujer para después coser sus labios mayores dejando un pequeño orificio para la orina y el flujo menstrual.

Aparte de las graves consecuencias psicolgógicas que sufren las mujeres que han sobrevivido a la cuchilla tiene muchas consecuencias físicas que las acompañarán en ocasiones durante toda su vida: dolor, infecciones, problemas para dar a luz e incapacidad para disfrutar de las relaciones sexuales.

La cirugía que practican en la Clínica Dexeus es algo más que una operación. Es una gran oportunidad para que las mujeres que lo deseen puedan reparar la huella que la mutilación ha dejado en sus cuerpos y en sus mentes.

Es una oportunidad de sentirse mujeres enteras, tal y como vinieron al mundo.

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