Víctor Gutiérrez, waterpolista LGTBI: "Nos siguen gritando 'maricón' en los estadios y nadie mueve un dedo"

  • Ha sido el primer deportista español de deporte en equipo en salir del armario públicamente

  • El primero en conseguir que se aplicase una sanción por homofobia en la historia del deporte profesional

  • Ahora publica su historia en 'Balón amarillo, bandera arcoiris', un testimonio sincero sobre la realidad de las personas LGTBI en los deportes de élite

El amarillo del balón de waterpolo y el arcoiris de la bandera LGTBI son ahora sus colores. "Son lo que me representa, el deporte que me ha convertido en el hombre que soy y la bandera que me ha costado coger, pero que una vez que he agarrado no voy a soltar jamás", dice Victor Gutiérrez a NIUS.

La ondea alta y con mucho orgullo. Por eso el libro en el que cuenta su difícil viaje, "un viaje desde la vergüenza hasta el empoderamiento", reconoce, no podía titularse de otro modo. Balón amarillo, bandera arcoiris: el deporte de élite sale del armario (Planeta), llega a las librerías para destapar la verdadera situación de este colectivo en el deporte de alta competición y la dificultad para abrirse paso siendo homosexual. "Yo he perdido muchas cosas en el camino", lamenta.

Pregunta. ¿A qué has tenido que renunciar?¿Qué ha sido lo más difícil?

Respuesta. Se juntaban dos cosas complicadas. Por un lado, la vida tan sacrificada del deporte de élite que te obligaba a renunciar a vacaciones, disfrute con los amigos, horas de estudios...y por otro lado la de tener que esconder mi orientación sexual. Fingir, vivir una mentira 24 horas para no ser rechazado en mi deporte fue agotador y doloroso. Deja cicatrices que al escribir el libro he descubierto que aún no he conseguido cerrar. Desde los 13 o 14 años que empecé a sentir que me atraían los chicos y hasta los 18 que lo dije por primera vez, esa parte de mi vida siento que me la han robado.

Tuve que vivir esos años absolutamente reprimido, rechazándome a mí mismo, con miedo, con vergüenza. Me refugié en el deporte para borrar esa parte de mi que yo creía que era monstruosa, mi homosexualidad. A través de mi rendimiento y de mi éxito buscaba que los demás se fijaran en esa otra parte brillante de mi y que me elogiaran y valoraran por ello. Buscaba el aplauso ajeno que yo mismo me negaba, porque me consideraba una abominación, alguien enfermo.

P. ¿Es realmente el deporte un espacio tan hostil para los gais?

R. El deporte es el ámbito en el que todos los valores de la masculinidad más tóxica se manifiestan. Es decir, el más respetado es el más fuerte, el más macho, el más autoritario..., y cuando tú te sales de la norma y no eres lo suficientemente hombre, no eres lo suficientemente bueno para estar ahí.

Aparte de que crecemos con un vocabulario dentro del deporte muy machista y homófobo que hace mucho daño. Es absolutamente habitual escuchar a entrenadores, a padres en grada gritar "no seas maricón, no chutes como un maricón o no corras como una niña". Ese tipo de expresiones y comportamientos para las personas LGTBI son como losas que vamos echando a nuestra mochila y que pesan muchísimo.

P. ¿Tú recuerdas la primera vez que te llamaron maricón?

R. Claro, tenía 8 años y no sabía ni lo que significaba, pero intuí por el tono que era algo malísimo, así que me preocupé de saber qué era y de hacer todo lo posible para que nadie me identificara con aquello, me esforcé en no tener pluma, en no jugar solo con niñas, en hacer cosas de chicos... en vivir una mentira ya desde bien pequeño.

Fingir, vivir una mentira 24 horas para no ser rechazado en mi deporte fue agotador y doloroso

P. La última vez que te llamaron maricón fue el año pasado en un partido, un jugador de un equipo rival, lo denunciaste y conseguiste algo histórico, que la Real Federación Española de Natación le sancionase.

R. Sí, si lo miro con perspectiva creo que esas dos veces son un buen reflejo del camino y la evolución que he vivido. La primera vez me hizo retraerme, hipervigilarme, eliminar cualquier rasgo que me pudiera identificar como persona homosexual. La última, ya empoderado, pensé, yo no tengo porque permitir esto y me rebelé, no solo por mi, sino por todas esas personas, esos niños que siguen sufriendo esos insultos. Fue como un regalo a mi yo pequeño y a todos los niños que tienen que escuchar ese tipo de comentarios cuando practican deporte.

Conseguí la primera sanción por homofobia en la historia del deporte profesional: cuatro partidos de suspensión y 200 euros de multa. Fue un paso más hacia una práctica del deporte más inclusiva y segura para todos.

P. Pero no suficiente, porque según denuncias en tu libro el deporte en este sentido está estancado...

R. En los últimos 40 años apenas se ha avanzado, se repiten los mismos comportamientos, las mismas actitudes. Piénsalo, desde aquel 'Michel maricón' de los años 80 o 'Guti maricón' al 'Cristiano Ronaldo maricón' de ahora no hemos avanzado nada. Nos siguen llamando maricón como insulto en los estadios y nadie mueve un dedo. No se hace absolutamente nada.

Yo recuerdo que hace 20 años le tiraban plátanos a jugadores negros en los estadios de España o les llamaban monos. ¿Qué ha pasado en estos 20 años? Que sigue habiendo comportamientos racistas, pero hay campañas de sensibilización, en las camisetas hay letreros en contra del racismo, hay una ley que lo prohíbe, se busca a los infractores, se les expulsa, se cierran los estadios, hay sanciones económicas, hay toda una maquinaria y aparatos funcionando para trabajar y erradicar el racismo en España.

¿Qué ha pasado con la LGTBIfobia? Absolutamente nada. Es que estos comportamientos ni siquiera se recogen en el acta. Es que tenemos dirigentes de competiciones que niegan directamente la LGTBIfobia, que dicen que eso no existe en los campos de fútbol o en los recintos deportivos. Es urgente ya que se apruebe la nueva ley del Deporte, en la que sí se va a recoger específicamente la LGTBIfobia como algo a perseguir y sancionar, y eso va a cambiar el escenario de juego, porque por fin vamos a tener con la ley en la mano herramientas para perseguir esos comportamientos.

P. ¿Crees que clubes como el Madrid o el Barça podrían hacer más por los derechos del colectivo desde su posición?

R. El fútbol es el deporte más seguido y, por tanto, el que más poder tiene para cambiar las cosas. Pero espero poco, la verdad. Soy consciente de que los clubes de fútbol tan importantes son marcas, empresas que facturan en todo el mundo y que no se meten en temas políticos, ni religiosos, ni en temas LGTBI porque es algo que genera controversia, entonces deciden no posicionarse. Para mí es una postura cobarde, porque de igual manera que por ejemplo el Barça se ha quitado la cruz de San Jorge o el Madrid la cruz del escudo para penetrar en el mercado árabe, porque claro, son signos religiosos...y no les ha importado ser flexibles en ese sentido, no entiendo por qué poner una bandera arcoiris o un brazalete arcoiris o un dorsal arcoiris son temas tabú. Y más cuando tenemos ejemplos de grandes ligas como la Liga inglesa, la Premier League, en la que sí se hace. Aquí se echa en falta más valentía, lamento que los grandes clubes, que podrían tener un mensaje tan poderoso, sean tan conservadores en ese sentido.

Estoy convencido de que clubes como el Madrid o el Barça no permitirían a sus jugadores salir del armario

P. ¿Crees que esos grandes equipos permitirían a sus jugadores salir públicamente del armario?

R. Estoy convencido de que no, no conozco los contratos, pero ellos no se representan solamente a sí mismo sino que representan a un club con unos intereses determinados, y se me antoja complicado que un club como el Madrid, por ejemplo, cuyo patrocinador principal es Fly Emirates, la compañía aérea saudí, de Emiratos Árabes, donde la homosexualidad está perseguida y castigada con la muerte, pues vayan a permitir que uno de sus jugadores salga del armario.

P.¿Crees que es más difícil salir del armario para un deportista de élite que para cualquier otra persona que no tenga esta profesión?

R. Sí, en el deporte da miedo salir del armario por muchas razones, por la falta de referentes, porque nos enfrentamos a lo desconocido, no sabemos lo que va a pasar, por el impacto que puede tener una noticia así... antes hablábamos de comportamientos que siguen reproduciéndose en los estadios y recientos deportivos. Prepararse mentalmente para enfrentarse a miles de personas insultándote de manera impune mientras estás compitiendo, en la piscina, en el estadio de atletismo o el terreno de juego es algo muy difícil de afrontar.

P. Tú lo has hecho y el resultado no ha sido tan duro como esperabas...

R. Sí, por eso he querido contar mi historia en este libro, porque desgraciadamente siempre que hablamos de deporte relacionado con el colectivo LGTBI lo hacemos por algo negativo, por una denuncia, por un insulto, porque alguien haya tenido que dejar el deporte por ese motivo, y hay una ausencia de historias positivas, y las historias positivas son mucho más poderosas que las negativas, sobre todo para la gente joven. Si un niño o una niña de 12 o 13 años que es lesbiana, o que es gay, o que es trans, escucha que alguien en la élite que ha salido del armario le ha ido bien eso le va a ayudar a perder el miedo, a empoderarse, a dar el paso, a no renunciar ni a su identida ni a su amor por el deporte.

Sobre su incursión en la política: "He salido de una piscina para tirarme a otra llena de tiburones"

P. ¿A ti que te ha enseñado el deporte?

R. Pues el deporte me ha enseñado muchísimas cosas, me ha dado, junto con mi familia, todos los valores que tengo. Me ha enseñado a no rendirme nunca, a no bajar nunca los brazos y sobre todo yo me quedo con que me ha enseñado a ganar, pero lo más importante es que me ha enseñado a perder en la vida, a relativizarlo todo. Que ni las victorias son tan fantásticas ni las derrotas son tan horribles.

P. ¿Y qué te ha empujado a la política, porque eres secretario de políticas de LGTBI del PSOE?

R. La entrada de VOX en el escenario político fue lo que me empujó. Decidí dar el paso porque ví que había un repunte de agresiones de LGTBIfobia, de discursos que empezaban a calar en la gente joven y que me asustaban mucho. Y elegí el Partido Socialista porque todos los derechos y libertades que como persona homosexual disfruto son gracias al PSOE, para mi era lo más coherente estar en el sitio en el que se lleva trabajando toda la vida para hacer la vida de las personas como yo más fácil.

P. ¿Y qué es más difícil luchar en la piscina o en la arena política?

R. Jajaja, mucho peor en la arena política que en el agua, primero porque en la piscina, a pesar de la competición, hay buen rollo entre todos y lo que pasa en el agua se queda en el agua, sin embargo en la política lo que sucede en el partido, en el congreso, o donde sea, te lo acabas llevando a casa y el enfrentamiento con el rival es mucho más agrio. Yo digo que he salido de una piscina para tirarme a otra llena de tiburones.