Arte y naturaleza en un planeta amenazado temática de una exposición en Londres

AGENCIA EFE 18/06/2009 11:34

Lo primero con lo que se topa el visitante es un lobo, por supuesto disecado, montado sobre un remolque: es uno de los llamados "Mobile Wilderness Units" (unidades móviles de la vida salvaje), con los que el estadounidense Mark Dion critica la tendencia a convertir la naturaleza en una mercancía más.

Hay una espectacular instalación del sueco Henrik Hakanson titulada "Bosque Caído" (2006), una sección de cuatro metros de densa jungla tropical derribada y que parece crecer paralela al suelo.

Hay también un abedul de seis metros de alto, que la artista escocesa Anya Gallaccio troceó en segmentos de un metro y luego reconstruyó en la galería atravesando el tronco por grandes pernos.

En otro punto de la ciudad se recreará próximamente, aunque a escala más modesta y con molino de viento incluido, una famosa intervención de la húngara Agnes Denes, que en 1982 plantó un campo de trigo en medio de los rascacielos de Manhattan.

"Naturaleza Radical" se llama la exposición, que podrá verse del 19 de junio hasta el 18 de octubre y que reúne obras - esculturas, instalaciones, fotografías y películas documentales- de unos 25 artistas y arquitectos que han intentado acercar al hombre a la naturaleza y alertarle sobre los peligros que acechan al planeta.

La exposición es también un homenaje a los pioneros de ese tipo de arte como el alemán Hans Haacke, que en su instalación titulada "La Hierba Crece", de 1969, y que se ha reproducido aquí, metió un trozo de naturaleza viva en forma de un cono de tierra cubierto de césped en la sala de una galería.

Otras obras de Haacke son menos líricas y más de abierta denuncia de los estragos del hombre como la titulada "Monumento a la Polución de la Playa", creada con toda la basura que encontró en una playa, algo similar a lo que hizo más tarde con las aguas del Rin.

Está también otra famosa instalación de su compatriota, el chamán Joseph Beuys, que diseñó en 1977 un ecosistema que enviaba toneladas de miel por un circuito cerrado de tubos transparentes con ayuda de motores lubricados con margarina.

Y, aunque en un espíritu muy distinto, una de las intervenciones a gran escala en la naturaleza del estadounidense Robert Smithson, que movió toneladas de tierras y de piedra para sus creaciones como el famoso "Spiral Jetty" (Espigón en espiral), de 1970, en el Gran Lago Salado, de Utah.

Están también las ideas utópicas de arquitectos visionarios como el estadounidense Richard Buckminster Fuller, que diseñó cúpulas geodésicas que cubrían barrios enteros como la titulada "Dome over Manhattan".

Entre los arquitectos artistas utópicos está también el argentino Tomás Saraceno, que ha diseñado estructuras con aspecto de nubes en las que podrían instalarse jardines o vivir las personas.

Saraceno está experimentando activamente con un proyecto de los años sesenta del siglo pasado que Buckminster Fuller no llegó a realizar, titulado "Cloud Nine" (Nube Nueve), consistente en la construcción de ciudades esféricas suspendidas en el aire.

El comisario de "Naturaleza Radical", Francesco Manacorda, señaló a Efe que la exposición traza un arco que va desde los sesenta y setenta, con la concienciación que hizo posible la rebelión estudiantil de los ochenta y que se agudizó con la crisis del petróleo, hasta la preocupación actual por el calentamiento del planeta.

A finales de los sesenta, Joseph Beuys, entre otros artistas, comenzó a ocuparse en sus instalaciones y "happenings" de la destrucción de la naturaleza por la acción del hombre y su activismo le llevó a convertirse en uno de los miembros fundadores del Partido Verde alemán.

Las preocupaciones de Beuys y otros pioneros de su generación cobran ahora nueva actualidad y encuentran eco en la obra de otros muchos artistas de todo el mundo, desde la española Lara Almarcegui, hasta el británico Simon Starling.

Joaquín Rábago