Hibernia utiliza la plasticidad y la luz de Edward Hopper en una obra teatral

AGENCIA EFE 26/05/2009 11:36

La escenografía de Jon Berrondo en la que transcurre la obra, en el cartel de la Beckett hasta el 14 de junio, recrea el universo del pintor a partir de una docena de cuadros en los que Hopper refleja la América profunda y que han inspirado a la autora una trama que no tiene nada que ver con la vida de Hopper.

Las doce escenas de "La América de Edward Hopper" han ayudado a la autora a hacer visible en la obra el paso del tiempo y a "enmarcar en el espacio las estaciones de las emociones y los acontecimientos".

La trama de la obra de la autora riojana afincada en Barcelona no tiene nada que ver con Hopper, de quien Hibernia ha tomado también las imágenes del vestuario y utillería como guantes o las típicas maletas que aparecen en sus cuadros.

El haz de luz diurna que se filtra a través de unas ventanas rectangulares en un lateral de la escenografía y la iluminación en general, parte muy destacada de la obra, sirven para enmarcar el lugar básico en el que se desarrolla la obra: la habitación anónima de un hotel.

"Hopper me interesa por su neutralidad. Hay una esencialidad en sus cuadros que me permite dar saltos temporales e irme de 2009 a 1940", ha dicho.

Con humor y poesía, Hibernia cuenta en la obra la historia de la pareja formada por Vera (Alicia González) y Tomás (Joaquín Daniel), que basan su relación sobre todo en el juego de las palabras.

Los personajes mantienen una actitud contradictoria, ya que ella profesa un amor incondicional por la palabra, pero perdió la capacidad de contar cuentos cuando su hermano gemelo murió en la adolescencia, y él, a pesar de que juega con la palabras, desconfía de ellas.

Ese lugar de amor y odio a la palabra que los une se altera un día, cuando Vera encuentra la misma máquina de escribir con la que escribía cuentos a su hermano y quiere compartir ese viaje al pasado con un Tomás que no quiere participar en el juego.

Vera empieza a escribir en la vieja máquina la historia de dos judíos polacos que escapan del nazismo viajando a América y, como ellos, Vera y Tomas emprenden un viaje a EEUU, en donde juegan a ser dos extraños, simulacro que les permite conocerse de otra manera.

En el texto, Hibernia quiere captar "el movimiento de la vida", que no considera "compacto, homogéneo o lógico" sino más bien "azaroso y complicado", y lo compara a un viaje.

La obra "es un viaje, una aventura que empieza en un compartimento de tren, con el deseo de ponerse en marcha", y tiene saltos discontinuos, "como si nos halláramos en un laberinto, en el laberinto de la vida con apertura de puertas hacia lugares desconocidos", ha dicho la autora.

Eva Hibernia ha trasladado la poesía de las imágenes a la razón de su obra, en la que la escritura es el gran tema. "Escribir como un legado no para hacer literatura, sino para hacer vida".

Este es el penúltimo espectáculo de la temporada de la Beckett y está coproducido por el TNC y el Teatro Ponent de Granollers (Barcelona).

La obra se estrenó en el Teatro Bretón de los Herreros de Logroño y después ha podido verse en la Sala Planeta de Girona y en el Teatro Ponent de Granollers.