Lewis Carroll y Alicia, su musa prohibida

ZOE ARMENTEROS 24/02/2010 13:18

Carroll era un hombre tímido y soltero que inventaba historias para las hijas de un amigo suyo. La más pequeña era su preferida, Alicia Lidell, a ella dedicó todo su talento y su morbo. Con estas tres niñas salía a pasear por las cercanías de Oxford y en estas excursiones el hombre relataba sus historias, que luego convirtió en el famoso libro.

La sordidez de aquella amistad entre el hombre y la niña Alicia Lidell no pudo ser probada completamente. Sin embargo, la ruptura de la amistad con la familia resulta sospechosa e inexplicable.

Algunos dicen que a la señora Lidell le parecieron extrañas las cartas de amor que le escribía a su hija, sus regalos y la foto en la que la inmortalizó, vestida de mendiga con el pecho descubierto. Otros cuentan que pidió la mano de la niña que tenía once años contra los 31 de él.

Carroll convirtió aquella pasión enfermiza en un libro que publicó en 1864, cuando ya ni siquiera tenía contacto con ella. Pero, al parecer, nunca la olvidó.

En 1885 cuando aquella niña había crecido y era Alicia Hargreaves (antes Liddell), recibió una carta del escritor, que salió a la luz en la exposición por su centenario (Reflections in a Looking Glass: A Lewis Carroll Centenary Exhibition).

"Voy percibiendo lo que significa la pérdida de memoria en un hombre viejo, y me refiero a nuevas amistades (por ejemplo, hice amistad, hace unas pocas semanas, con una niña de unos doce años, con la que di un paseo, ¡y ni siquiera puedo recordar su nombre en este momento!); pero mi memoria visual de aquella que fue, a través de tantos años, mi ideal amiga-niña, es más clara que nunca. Desde aquella época he tenido docenas de amigas-niñas, pero con ellas todo ha sido diferente..."

Las fotos de niñas de desnuda, la otra pasión de Lewis Carroll

El profesor, también amante de la fotografía, conservaba un tesoro hecho de montones de cuerpos infantiles desnudos que sonreían desde las cartulinas. Cuando murió en 1898, dejó la orden de destruirlas, su última voluntad.

Sin embargo solo fueron destruidas las fotos de desnudos y se conservaron montones de imágenes de niñas que formaban el patrimonio visual del profesor. ¿Se inspiraría mirándolas? ¿Le acompañarían en sus noches soliltarias?

Los herederos se han encargado de acallar los comentarios más mordaces y las veces que han publicado el diario del escritor ha sido de forma fragmentada. Pero hay demasiadas sombras en la historia de Alicia en el país de Lewis Carroll.

Si Carroll fue un pedófilo o no, nunca se sabrá con certeza, pero su relación con la niñas-modelos de sus fotos revela la complicidad que establecía con las pequeñas.

"Lewis Carroll . . . vino a nuestra casa de campo para fotografiar a los niños," escribió Dymphna Ellis, una de las niñas retratadas. Y añade: "Estoy segura de que fui su 'favorita'. Él hacía a cada niño sentirse así. Revelaba las fotografías en el sótano "Recuerdo la mezcla de desorden y misterio, Nos echamos a llorar cuando se marchó no le teníamos ningún miedo. Sentimos que él era uno de nosotros, que estaba de nuestro lado, no en el de los adultos."

Con estas referencias, los lectores de Alicia en el país de las maravillas encontrarán otro universo oculto entre las palabras de Carroll y la lenta, casi interminable caída de su pequeña protagonista hacia el centro de la Tierra en su viaje al País de las Maravillas. Cada uno encontrará su propia explicación a los pasajes más extraños, como este del primer capítulo.

"Al principio, la madriguera era como un túnel que seguía hacia adelante, pero de pronto se torció hacia abajo tan inopinadamente que Alicia no tuvo tiempo ni para pensar en detenerse y se encontró cayendo vertiginosamente por lo que parecía un pozo muy profundo". Y serán solo eso, especulaciones.