Doris Dörrie reflexiona sobre la fugacidad de la vida en "Cerezos en flor"

EFE 06/03/2009 14:30

"En esta película abordo un tema muy triste y muy duro, como la muerte, pero para animar a aprovechar la vida, a conectar con el presente", dice, en una entrevista con EFE, Doris Dörrie, autora de filmes como "Hombres, hombres", "Desnudos" o "¿Soy guapa?" y seguidora del budismo.

En "Cerezos en flor" relata la historia de un matrimonio mayor formado por Trudi, una mujer que ha dejado de lado su fascinación por la danza japonesa butoh para dedicarse a su familia, y por Rudi, un hombre apegado a sus rutinas y al que diagnostican una enfermedad terminal.

Al enterarse de la noticia, Trudi (que interpreta la veterana y prestigiosa actriz alemana Hannelore Elsner) decide ocultarle la enfermedad a su marido y animarle a hacer un viaje para visitar en Berlín a sus hijos. Allí comprobarán que éstos ya no tienen tiempo para ellos y seguirán su itinerario hasta el Mar Báltico, donde Trudi muere repentinamente.

Rudi (que interpreta Elmar Wepper, otro veterano de la escena alemana) se dará cuenta entonces de que ha impedido que su mujer cumpla uno de sus mayores deseos, viajar a Japón (donde vive uno de sus tres hijos) y decide ir a este país él solo, un viaje en el que se encontrará con los cerezos en flor, el mayor símbolo de la fugacidad de la cultura japonesa.

Doris Dörrie ha retomado en esta película un tema que ha salpicado su filmografía, las diferencias entre la cultura occidental y la japonesa.

"Viajé a Japón por primera vez en 1984 para presentar mi primera película "Directo al corazón". Hice auto-stop por todo el país cuando nadie allí lo hacía. Los conductores me hacían fotos", explica esta cineasta, escritora, productora de ópera y profesora de cine nacida en 1955 en Hanover.

Cuenta que entonces se enamoró "de una cultura que tiene un sentido especial de cómo cuidar cada acción del presente. En Occidente estamos atrapados en hacer muchas cosas a la vez y eso nos desvía de conseguir una conexión profunda con las cosas y con las personas que tenemos alrededor".

Esa falta de conexión con el presente y con las personas más cercanas, la familia, sólo parece revelarse en la mentalidad actual occidental con la muerte, cuando ya no hay solución.

Un tema que sacude "Cerezos en flor" igual que ha sacudido la vida de su directora, cuyo marido y también el director de fotografía de sus películas, Elge Weindler, murió en 1996.

"Todo artista plasma en su obra de una forma u otra su biografía, porque el arte es una forma de decodificar la vida", señala la cineasta, que al final de su nuevo filme recoge el ritual japonés que lleva a los seres queridos de un fallecido a recoger con unas pinzas sus huesos y cenizas e introducirlas en una urna.

"Al final, la muerte es igual para todos, nadie lo entiende, porque no se puede entender que una persona esté y luego ya no esté. El dolor es el mismo en todos los lados. Lo que es diferente es cómo lo afrontamos. En Occidente hemos perdido los rituales que nos ayudan a enfrentar la muerte", apunta.

La familia, otro de los temas que han definido su filmografía, también aparece en "Cerezos en flor", pero para destacar cómo es más fácil conectar con un extraño que con los propios hijos.

"Hace 50 años los motivos económicos sustentaban la unidad familiar, pero ahora no es así, ahora contamos más con los sentimientos que con los contratos sociales. Pero sentimientos como el amor son algo muy frágil, tenemos también que entrenar nuestra compasión y eso es difícil en una época de crisis", añade.

Como en algunos de sus anteriores trabajos, ha empleado en este filme tecnologías digitales, que le han permitido trabajar con un equipo reducido y dejar que las imágenes de la realidad se colaran en un guión que ensalza el butoh, una danza que trata de atrapar las luces y las sombras y expresar la presencia de los muertos en el interior de los vivos.