Una exposición redescubre a Benito, el pintor que inmortalizó los felices veinte

AGENCIA EFE 06/05/2011 14:24

El lujo, los coches, las perlas, las carreras en el hipódromo parisino y las elegantes damas en trajes de diseño transformó en óleos, acuarelas, aguadas, tintas y dibujos a carboncillo o lápiz, buena parte de los cuales pueden apreciarse en la muestra titulada "Eduardo García Benito en las colecciones privadas de Valladolid".

"Llegó a convertirse en el artista más cotizado de su época y fue uno de los más genuinos exponentes del 'art déco'. Cobraba 70.000 pesetas de entonces por ilustraciones para revistas como Vogue y Vanity Fair. Sus dibujos, de un verdadero mago, universalizaron los felices años veinte", ha explicado Miguel Ángel García, uno de los dos comisarios de la exposición junto a Juan González-Posada.

Todo comenzó en 1912 cuando fue pensionado por el Ayuntamiento de Valladolid en París, "donde se forjó como artista, conoció a Modigliani, Picasso, Juan Gris y Gargallo, y picoteó en todos los movimientos de vanguardia de la época como el cubismo, el fauvismo, el expresionismo y el futurismo".

El resultado de esa fructífera y vertiginosa asimilación, otra de sus cualidades, fue el eclecticismo que le condujo hasta el art déco, "donde adquirió un prestigio muy considerable", hasta el punto de ser alineado en la denominada Escuela de París, ha añadido García.

Paso a paso, Benito fue estilizando a la mujer de su tiempo, adelgazándola mediante formas sofisticadas y elegantes, que retrataba con el refinamiento y los diseños de moda más atrevidos, propios de la época y de la clase social que representaban.

Los paisajes urbanos de París -principalmente el Bois de Boulogne, el hipódromo y los puentes sobre el Sena-, arlequines y desnudos caracterizan esta etapa que, a partir de 1921, compatibiliza con una estancia en Nueva York que le llevaría hasta el final de la Guerra Civil española (1936-1939).

En la ciudad de los rascacielos pintó retratos, decoró las mansiones de los magnates norteamericanos antes del 'Crack del 29', realizó carteles, anuncios y figurines que ilustraron las portadas de numerosas revistas del momento.

El eje París-Nueva York, en palabras del comisario de una muestra promovida por el Ayuntamiento de Valladolid y abierta hasta el 19 de junio, dejó pasó a partir de 1958 a un progresivo y definitivo regreso a España, en concreto a su ciudad natal, donde se estableció y pintó numerosa obra para poder vivir, algunas de las cuales forman parte del repertorio ahora colgado, cedidas por sus propietarios.

Entre ellas figura la Mujer de Rojo, un óleo sobre tabla con el retrato a cuerpo entero de Ángeles de Castro, esposa del escritor Miguel Delibes, que ilustró la portada del libro que éste le dedicó a su mujer con el título de "Señora de rojo sobre fondo gris" (1991).

"Sin duda es el cuadro que más perdura en la memoria de los vallisoletanos, pero también pintó tipos y personajes populares y folclóricos de España" como toreros, gitanas, flamencos, lances de la lidia y una espectacular tauromaquia de trazo lineal y acento vanguardista, ha precisado Miguel Ángel García.

La exposición tiene un complemento bibliográfico centrado en una selección de libros que ilustró como una Historia de la vida del Buscón, de Quevedo, y unos sonetos de Luis de Góngora, a los que acompaña un ensayo firmado por el propio Benito, inédito en español, titulado "A propos de peinture" y publicado en París.

Murió en Valladolid con una economía ajustada, "cansado y un poco frustrado por no haber tenido en país el reconocimiento que él creía, ni tampoco un lugar donde poder mostrar toda su obra", ha concluido el comisario.