The Killers protagonizan un concierto íntimo como aperitivo del Lollapalooza

AGENCIA EFE 01/04/2011 07:14

Fue un concierto peculiar desde el principio. Eran las nueve de la noche, la hora anunciada para la aparición de The Killers, y los técnicos deambulaban de un lado a otro del escenario haciendo pruebas de sonido mientras por los altavoces de ambiente se oía la imponente voz de Johnny Cash.

El público -muy joven, casi adolescente- que había pagado 70 dólares y abarrotaba el Teatro La Cúpula empezaba a impacientarse.

El ambiente era íntimo, muy diferente al del concierto que año y medio atrás dieron en el Club Hípico de Santiago, donde 15.000 fanáticos gritaron, saltaron y enloquecieron seducidos por la fuerza y la energía de la banda que lidera este "Sinatra del Rock" llamado Brandon Flowers.

Muy distinto también del que vivirán el próximo sábado quienes asistan al desembarco del cuarteto de Las Vegas en el Festival Lollapalooza, que por primera vez cruza la frontera de Estados Unidos.

La banda de rock más influyente de la escena internacional se reunió especialmente para realizar su tercera visita a Chile, a pesar de que sus integrantes habían anunciado un receso para experimentar musicalmente cada uno por su cuenta. Y el esfuerzo mereció la pena.

El concierto arrancó con "For reasons unknown", una canción del álbum "Sam's Town" (2006) que habla del final de una relación amorosa. Le siguieron "Somebody talk me", "Smile like mean it" y "Bones".

A Brandon Flowers, el líder de la banda, se le veía disfrutar con cada canción, cada pose y cada guiño de complicidad con el público. Había decidido dar rienda suelta a su teatralidad en un concierto sin pantallas gigantes, efectos especiales ni grandilocuencia sonora.

En su lugar, un sonido aceptable, el contacto cercano y la complicidad entre el artista y el público. Todo eso valió más que la parafernalia de los macroconciertos. No todos los días se puede ver a The Killers como si estuvieran en un club londinense.

Alejado del divismo de las estrellas de rock, Flowers se paseaba de un lado a otro del escenario estrechando las manos de sus seguidores y sonriéndole a todo el mundo. Estaba relajado y feliz cuando exclamó: "¡Me hacen sentirme realmente bien!"

Pero no fue el único que esta noche se sintió feliz: "Los veo la raja de bien", le comentaba a su amiga un muchacho extasiado por tener a menos de 50 metros a la banda que se ha convertido en la revelación de la década con apenas cuatro álbumes de estudio: "Hot Fuss (2004), "Sam's Town" (2006), "Sawdust" (2007) y el bailable "Day and Age" (2008).

El cantante y teclista Brandon Flowers, el guitarrista "Dave" Keuning, el bajista Mark Stoermer y el batería "Ronnie" Vannucci Jr. parecen haber descubierto el secreto del Santo Grial del rock.

"Shadowplay", "Spaceman" y "Human" convirtieron el Teatro La Cúpua en una gigantesca pista de baile, antes de que cientos de gargantas entonaran la emblemática "Read my mind", la canción compuesta junto con Pet Shop Boys y catalogada por la revista "Rolling Stones" como la mejor del año 2006.

Luego vinieron "Mr. Brightside" y la infaltable "All These Things That I've Done", con su conocida frase gospel "I got soul but I'm not a soldier" ("Tengo alma, pero no soy un soldado"), que la convirtió en un inesperado himno antimilitarista y que esta noche Flowers cantó con el puño en alto.

Después de una hora larga de recital, The Killers se tomaron un receso para reaparecer a los cinco minutos con "Change your Mind", "Jenny was a friend of mine" y "When you were young", un tema al más puro estilo del rock estadounidense que ha sido interpretado en directo por Coldplay y los mismísimos U2.