La historia de Chueca: ¿Por qué es el barrio del Orgullo Gay?

Chueca es el ombligo de las fiestas del Orgullo LGTBIQ en España. El barrio madrileño, aledaño a la Gran Vía, era en los años del franquismo y en los inicios de los 80 una zona de chaperos, carteristas y camellos. Los alquileres eran muy baratos y muchos homosexuales, trans y otros discriminados por vivir fuera del molde, se refugiaron en el lugar donde vivían los nadies y los ningunos. Hoy, Chueca es uno de los barrios más caros de Madrid, con un vecindario tolerante y alternativo, insignia de la diversidad.

Chueca: ese barrio imprescindible del centro de Madrid, que tiene algo de infancia feliz y de paraíso original (...) realidad palpable, demanda continua, revoltillo de razas, etnias, sexos, orientaciones y condiciones, de creencias y querencias.

El año 1989 marcó el salto del barrio de calles sucias y mal alumbradas en la zona centro de Madrid a ser el eje central de las celebraciones del día del Orgullo. ¿Cómo ocurrió esta transformación? La Ley de vagos y maleantes fue actualizada por la dictadura franquista para incorporar entre los chulos y los personajes de la mala vida a los homosexuales, lo que justificó el acoso y la cárcel.

Y aquí se vinieron, desde muchas ciudades y pueblos de España, desde islas y aldeas remotas para refundar este "barrio imprescindible del centro de Madrid, que tiene algo de infancia feliz y de paraíso original", como lo definió el escritor Eduardo Mendicutti, para conformar un "revoltillo de razas, etnias, sexos, orientaciones y condiciones, de creencias y querencias".

Los vecinos, activistas y empresarios armaron un tejido de pequeños locales de ocio, bares, cafés, galerías y librerías por y para el colectivo de marginados que formaban los homosexuales.

De Stonewall a Chueca, el camino hacia los derechos civiles

Chueca era parte de aquel Madrid que fue 'naciendo' tras las murallas árabes de la vieja ciudad y fue expandiéndose desde el Madrid de los Austrias, deslucido durante el franquismo y los años sucesivos funcionó como el ave fénix de los marginados, tal y cómo ocurrió en otras grandes ciudades como en Nueva York, el Greenwich Village o Chelsea, desde donde llegaron los ecos de Stonewall.

Los panfletos con la noticia de la revuelta en Stonewall, en 1969, llegaron a España y circularon de forma clandestina dando ánimo y esperanza a los marginados de este lado del océano, que todavía escondían sus plumas detrás de cortinas y cristales tintados. Tuvieron que andar un camino de desprecio para llegar a Chueca, un lugar lleno de espacios seguros para los diferentes: primero con timidez y discreción, pero siempre irreverentes.

Además de tiendas y lugares de ocio se fundaron en Chueca asociaciones de apoyo y lucha por los derechos civiles, como el COGAM, el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid, en 1986 y el Comité Reivindicativo y Cultural de Lesbianas (CRECRUL) surgido desde las entrañas del movimiento feminista, todos impulsores de la Federación Estatal de Gais y Lesbianas (FEGL) en el 92 .

Un año después desde Nueva York llegó Mili Hernández, y abrió la primera librería de temática LGTBI+ en España, Berkana, que sigue en el barrio contra viento y mareas. Se instaló en Chueca tras haber vivido seis años en Estados Unidos y otros seis en Londres. Sin competencias pero también sin lectores, aparentemente, colgó la bandera del arcoiris en la fachada. Al poco tiempo otros muchos locales salieron del armario y repitieron el gesto que ha convertido a Chueca en un escenario multicolor, que en estos días reivindica en sus calles, lo que el Alcalde popular quiere negar en la fachada del Ayuntamiento de Madrid.

La primera gran fiesta arcoiris de Chueca fue en 1994 con apenas varias decenas de miles personas y en la manifestación del Orgullo LGTBI apenas 500 participantes en un recorrido desde Tirso de Molina a la Puerta del Sol. Ahora son miles los participantes de esta fiesta que inevitablemente empieza y termina en Chueca, entre gente distinta y cercana, que comenzó siendo el refugio de los nadie para convertirse en el lugar de todos, todas y todes.

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