Certezas y dudas del mito romántico del amor a primera vista

  • Está comprobado que parte de la elección de pareja se basa en parámetros biológicos, y que el sentimiento amoroso, sobre todo el inicial, se asienta en procesos neuroquímicos muy potentes

  • Cuando estamos enamorados nuestro cerebro presenta unos patrones de activación muy diferentes de cuando no lo estamos

Sentado en un parque de la ciudad, Forrest Gump, ya adulto, cuenta a una mujer con la que comparte el banco de la parada del autobús cómo hay cosas que uno recuerda y otra que no: “Porque, yo no recuerdo cuándo nací, ni mi primer regalo de navidad, ni cuando salí de excursión por primera vez, pero sí recuerdo cuando oí la voz más dulce del mundo entero”, le explica. Una secuencia en la que rememora el instante en el que, siendo aún un niño, y coincidiendo con su primer día de colegio, se cruzó en su camino Jenny. El protagonista explica la emoción que sintió al verla por primera vez hasta convertirse en el que sería el amor de su vida. Un relato de película que, a veces, en la vida se hace realidad, independientemente de la edad que se tenga.

Algunas personas señalan que han experimentado el “amor a primera vista”. Se trata de una sensación que te altera el corazón y que te embriaga de tal manera que, en ocasiones, es difícil describir. En 2017, Florian Zsok y Matthias Haucke llevaron a cabo una investigación empírica para tratar de profundizar más sobre ¿qué tipo de amor es el amor a primera vista? Un fenómeno conocido, pero sobre el que apenas se ha investigado. El estudio concluye que este tipo de amor “no es una forma distinta de amor, sino más bien una fuerte atracción inicial que algunos etiquetan como amor a primera vista, ya suceda este en el primer momento de verse o de manera retrospectiva”.

El flechazo

Irene Acosta Pérez, psicóloga clínica y profesora de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Castilla La Mancha (UCLM), sostiene que no hay consenso sobre si existe o no el amor a primera vista. Aunque hay personas que dicen haberlo experimentado alguna vez en su vida, aunque no queda claro si de la misma manera para cada una de ellas. Esta psicóloga sostiene que todas las personas entienden qué es el amor en cuanto a su dimensión individual: “para algunas tiene que ver con la atracción sexual, para otras con la lealtad, con el compromiso, etcétera”. Es en la manera de entenderlo donde surge el debate, según esta experta, “puesto que ese primer flechazo bien puede ser atribuido a una atracción física donde influyen varios factores, que casi siempre tienen que ver con aspectos físicos y que algunos expertos relacionan con la supervivencia de la especie, a nivel básicamente biológico”.

Pero también, continúa Irene Acosta Pérez, “están nuestras construcciones, las que hacemos a partir de toda esa información que nos llega por los sentidos, cotejando y completando rápidamente esa información inicial con nuestras propias experiencias, expectativas, creencias, valores... y que pueden hacer que nos sintamos enamorados al instante”. Otra circunstancia, prosigue esta psicóloga, “es que ese momento del 'flechazo' se relacione con las ganas de seguir explorando a dónde puede llegar la interacción con el otro. Sentimos que conectamos y queremos ver qué más hay. Esa ilusión, ese entusiasmo, es lo que también muchas personas pueden vivir como amor a primera vista”.

En esta atracción por la otra persona, la biología posee un papel fundamental. Está comprobado que parte de la elección de pareja se basa en parámetros biológicos, y que el sentimiento amoroso, sobre todo el inicial, se asienta en procesos neuroquímicos muy potentes. Por eso, señala esta profesora de la Universidad de Castilla La Mancha, “se dice que el amor, tal como se experimenta al principio, se acaba, entre otras cosas, porque ¡semejante "cóctel" no es sostenible a nivel cerebral para siempre!”. Pero la biología no es el único elemento que manda en ese “enamoramiento”. Según Irene Acosta Pérez, “el aspecto cultural, las expectativas de cada uno sobre el amor, las relaciones y la pareja, la personalidad... son importantes a la hora de dar luz verde a ese sentimiento interno de querer estar con esa otra persona más allá de, por ejemplo, una atracción inicial”.

El papel del cerebro

Y ¿qué sucede en nuestro cerebro cuándo nos enamoramos? Diego Redolar, Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y director de la unidad de neuromodulación de Brain 360, en su libro 'El cerebro cambiante', de la editorial UOC, apunta que, desde el punto de vista cerebral, las áreas que se activan en respuesta a los sentimientos románticos se encuentran asociadas a las regiones que contienen altas concentraciones de una sustancia llamada dopamina. Según este especialista, “la dopamina desempeña un papel crítico en el refuerzo y la adicción. Además de la dopamina, otras dos sustancias que se han relacionado con el amor romántico son la oxitocina y la vasopresina. Parece ser que el hipotálamo es una de las regiones cerebrales críticas en la regulación de estas tres sustancias”. Además, el autor sostiene en su libro que “las concentraciones de ambas sustancias aumentan durante la fase de apego romántico y durante el emparejamiento”.

Diego Redolar mantiene que “se ha podido demostrar que en los estadios iniciales de enamoramiento se da una disminución de los niveles de una sustancia que utilizan las neuronas para comunicarse: la serotonina. Decrementos parecidos se han mostrado en pacientes con trastornos obsesivos”. Asimismo, prosigue este investigador, “en estos estadios iniciales también parece correlacionar el enamoramiento con otra sustancia: el factor de crecimiento nervioso. Se ha mostrado que las personas que se acaban de enamorar presentan niveles más elevados de esta sustancia que las personas que no están enamoradas o aquellas que están en una relación estable duradera. La concentración de esta sustancia parece correlacionar significativamente con la intensidad de los sentimientos románticos”.

Factores físicos y vitales

En definitiva, finaliza Diego Redolar, “cuando estamos enamorados nuestro cerebro presenta unos patrones de activación muy diferentes de cuando no estamos enamorados”. Porque este tipo de vivencia, el amor, en opinión de Irene Acosta Pérez, “hace que el cerebro genere nuevas conexiones neuronales que producen cambios observables en su estructura. En las distintas etapas se pueden ir activando y predominando distintas zonas cerebrales, de acuerdo a la función de la que se encarguen: deseo sexual, sentimiento "romántico", etc”. Esta profesora recuerda que la conocida frase "del odio al amor o del amor al odio... hay solo un paso", a nivel cerebral, quizás tenga su explicación... ¡porque ambos "se activan" en las mismas zonas!”

Entre los factores que serían determinantes para que surja el amor a primera vista estarían, en opinión de la psicóloga clínica, “lo atractiva que te resulte la otra persona a nivel físico, factores como el olor, el tono de voz, el lenguaje no verbal, la actitud... Pero también hay otros elementos que son importantes, como, por ejemplo, el momento vital en que cada persona se encuentre, y que puede ser fundamental para que esté más o menos abierta a "darse cuenta" de esa otra persona y luego a querer ver y saber más de ella”.