Semana tras semana nos vamos acercando a la llamada 'nueva normalidad'. Aunque para algunos todavía quedan meses de teletrabajo, son muchos los jóvenes españoles que desde el lunes han vuelto a activar la alarma del móvil porque tenían que madrugar e ir a trabajar. Sin embargo, no es fácil retomar la rutina y el miedo a una nueva oleada de contagios está afectando a la salud psicológica de gran parte de la población.
El pasado lunes, Castilla-La Mancha, La Comunidad Valenciana y Andalucía fueron autorizadas por el Gobierno para pasar de nivel, sumándose estas comunidades a las once que ya se encontraban en la fase 1 de la desescalada. Además, a partir del lunes 25, el resto de provincias de España que quedaban por avanar a esa primera fase también lo harán. Lo que quiere decir que toda la población española, más de 47 millones según fuentes del INE, avanza hacia la 'nueva normalidad'. Esto significa volver abrir negocios y, para muchos, volver a trabajar de cara al público.
Alicia es una de esas 32 millones de personas que ya está en fase 1 Tiene 25 años y trabaja en una tienda de ropa que ha reabierto sus puertas desde el 18 de mayo. Pese a las ganas de que la cuarentena acabase, ahora no se siente más tranquila. "Me da mucho miedo, es una situación muy difícil".
"En la tienda tenemos medidas de seguridad y llevamos mascarillas, pero hay gente que ignora todas las precauciones. O no llevan mascarilla, o se enfadan cuando les dices que se tienen que desinfectar y ponerse unos guantes antes de entrar en la tienda", confiesa. "La gente lo toca todo, y si les pides un poquito de cautela se ponen bordes e incluso se acercan demasiado. Así no se puede trabajar. Voy a acabar con un ataque de ansiedad en medio de la tienda, y todavía no llevamos abiertos ni una semana”.
Como su caso hay decenas, y es que no es fácil mantener la calma y actuar con prudencia cuando el resto de la gente ignora la distancia de seguridad o las medidas higiénicas básicas dada la situación.
Mateo tiene 22 años y estudia un máster, pero este lunes ha comenzado a trabajar en la tienda de alimentación de su familia. "Mi padre es población de riesgo y prefiero ser yo el que vaya a trabajar", comparte con nosotros.
Junto a su tío han abierto el local, y aunque las ventas son menores que antes, sí que hay clientela: "Es bastante agobiante cuando la gente toquetea la fruta, o coge una barra de pan para ver si está dura y la deja en el sitio. Vamos a ver, hay que tener un poquito de cabeza, que es un asunto de salud".
Cuando le preguntamos por el miedo a un posible contagio lo tiene claro. "Asusta y mucho. Llego a casa y voy directo a la ducha, pero el miedo a un posible contagio sigue estando ahí y no se va con jabón”.
Volver a la rutina puede ser duro, pero tarde o temprano tenemos que hacerlo. Si la ansiedad es insostenible, lo ideal siempre es pedir ayuda profesional, pero si el miedo es ligero, hay algunos tips que pueden ayudarte a gestionarlo.