La Fórmula 1 celebra su 70 aniversario con el coronavirus y la igualdad racial como protagonistas

  • La Fórmula 1 cumple su 70 aniversario de su primera carrera, celebrada en Gran Bretaña en 1950

En un segundo pasan pocos acontecimientos, por no decir ninguno. En un segundo y ochenta y seis décimas varios mecánicos cambian las cuatro ruedas de un monoplaza. El tiempo que ha hecho falta para llegar a esta marca son 70 años, los que cumple la Fórmula 1 este fin de semana en el segundo Gran Premio de Gran Bretaña.

"Solo son coches dando vueltas, es aburrido", es la histórica frase de aquellos a los que, en su justo derecho, aborrecen este deporte del motor. En el otro lado de la balanza quedan los apasionados que viven cada minuto y medio al máximo, aunque este año casi se quedan sin esa sensación única.

El coronavirus

Pese a que el Gran Circo ha conseguido ponerse en marcha, no está para soplar las velas -gesto no recomendable en las celebraciones para evitar contagios-. Precisamente su aniversario ha llegado en mitad de la pandemia de coronavirus, que ya ha causado estragos dentro de la parrilla: el piloto de Racing Point Checo Pérez dio positivo en coronavirus la semana pasada.

El espectáculo sigue, como aclaró su director general, Chase Carey. La Covid-19 ha traído varios cambios, como que cada piloto viva en una burbuja cada Gran Premio para no infectarse. Prohibido salir del circuito, mecánicos e ingenieros con mascarillas y, por supuesto, sin las fiestas que antaño engalanaban los días de competición.

La épica tampoco se ha marchado. En la última carrera, disputada en Silverstone, que acoge con este dos Grandes Premios, Valteri Bottas, Carlos Sainz, Daniil Kvyat y Lewis Hamilton pincharon sus reumáticos. La última vuelta fue de infarto para Hamilton, quien pinchó a mitad del circuito y notó la presión de su ingeniero diciéndole por radio cómo Max Verstappen se iba acercando cada vez más. Finalmente atravesó la línea de meta sobre tres ruedas y echando chispas.

Un grito contra el racismo en el mundo

No todo queda en lo deportivo o sanitario, porque este campeonato se ha sumado a las protestas en contra del racismo. En los monoplazas ahora lucen mensajes a favor de la igualdad racial y antes de comenzar cada carrera los pilotos visten camisetas negras a favor del movimiento.

Incluso en estos rituales existe la polémica. Hamilton, el principal precursor de las acciones contra el racismo, ha criticado la actitud de aquellos corredores que no se arrodillan junto a él. Entre ellos está el español Carlos Sainz, quien ha tenido que repetir que está a favor de la causa aunque no haga el mencionado movimiento, lo cual entiende que no es ser racista.

"Dejad de ponerme en el mismo grupo que estas personas desagradables que discriminan a los demás por su color de piel, religión o género. No soy parte de ellos y nunca lo seré", ha tenido que aclarar el piloto de Ferrari Charles Leclerc, futuro compañero de Sainz, ante las críticas que ha recibido por parte de algunos aficionados.

Los pinchazos, la tensión y las sanciones

En lo deportivo siguen existiendo dos clases: Mercedes y Red Bull y el resto de los mortales. Por arriba, el pescado está casi vendido para la marca de la estrella plateada, a no ser que sus coches desfallezcan o vuelvan a fallar las ruedas. Pirelli ha tenido que revisar detenidamente los compuestos y cambiar los ángulos de conversión para evitar los temidos pinchazos, que pueden significar un accidente a más de 200 kilómetros por hora.

Sobre el asfalto no termina la polémica, porque la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) ha sancionado con 400.000 euros y quince puntos de su casillero al equipo Racing Point, por copiar las tomas de refrigeración de los frenos de Mercedes, al que su bólido se parece sospechosamente.