El primer set tuvo claro color ruso, gracias en gran parte al despliegue de Baluda, que permitió el 6-2 en el marcador. En el segundo parcial, Klein y Mektic mejoraron enteros para empatar el partido (6-4) y mandarlo al súper 'tie-break' decisivo.
Ahí los rusos arriesgaron más, metiendo presión en el juego y provocando los errores del rival, que sucumbieron con un claro 10-3. Era la octava final consecutiva de dobles en El Espinar con participantes de, al menos, tres países; siendo la tercera con presencia de tenistas rusos en las tres últimas ediciones (sin victoria alguna anterior).