Con la exigencia del guión que le dejó su compatriota en el primer punto de la final, Monfils salió a morder a un rival recuperado 'in extremis' para la ocasión. Federer, que puso en duda su presencia en la final hasta ayer mismo por las molestias en la espalda que le impidieron jugar la final de la Copa de Maestros el pasado domingo, estuvo lejos de su mejor versión.
Bien es cierto que el día no era cómodo para el de Basilea. Monfils, batallador donde los haya, se metió en el papel de héroe y conectó con un público del Pierre Mauroy entregado. A otra velocidad, el tenista local pasó por encima de su rival, un Federer que veía convertirse en pesadilla el sueño de pelear por la primera Copa Davis para su país, el gran título que falta en sus vitrinas.
El ritmo del tenista local fue inalcanzable por Federer, limitado en sus movimientos pero a la vez desacertado y fuera del partido ante el 'acoso' del público. Así, Monfils se apuntó la primera manga con dos 'breaks', en el cuarto y sexto juego. Tras ponerse por delante, el segundo parcial fue más igualado, pero las únicas bolas de rotura fueron para el galo, que no las desaprovechó para dejar la victoria en bandeja.
De nuevo en el tercer set, Federer no pudo ni acercarse al 'break'. A merced de su rival, el de Basilea hincó la rodilla en el quinto juego y ya en el noveno, Monfils cerró la victoria. Francia, que busca su décimo título, arregló la papeleta y puso las tablas en una final que tendrá que decidirse el domingo con los partidos individuales.