Turiel, investigador del CSIC: “Es ridículo pensar que el coche eléctrico sustituirá masivamente el parque actual”

  • “Tenemos una sociedad que es petróleo-dependiente, este supone un tercio de toda la energía que se consume en el mundo”, dice el investigador

  • “El problema energético ya es irreversible. Podemos no colapsar como civilización, pero hay que hacer ya cambios radicales”, apunta

  • “La UE busca un combustible de sustitución para mantener en marcha los camiones y la maquinaria pesada y la forma es el hidrógeno”, explica el científico

Antonio Turiel es investigador científico del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona. Además de licenciado en Físicas, en Matemáticas y doctor en Física Teórica, es un divulgador de los problemas de sostenibilidad de nuestra sociedad. Turiel lo tiene claro: "No remontaremos nunca esta crisis, nos toparemos una y otra vez con los límites físicos de la energía. Sin energía nada funciona y la energía que usamos, que procede en un 89% de los hidrocarburos (petróleo) se está agotando”.

Un agotamiento que Turiel explica en su libro Petrocalipsis Petrocalipsisen el que afirma que la producción de petróleo, la energía barata y de densidad energética sin igual, que ha permitido la globalización y ha situado a nuestra civilización donde estamos, “puede caer un 50% para 2025, es decir, en cuatro años. Es urgente reaccionar”. Y, por si acaso alguien no le cree, añade “y no lo digo yo, lo dice la Agencia Internacional de la Energía (IAE)”. Turiel, además de trabajar en proyectos para la Agencia Espacial Europea, ha sido llamado esta misma semana por el Senado para exponer estas ideas en la Comisión de Transición Ecológica.

Pregunta:¿Tenemos o no tenemos petróleo?

Respuesta: Se está acabando y cada vez queda el que es menos rentable, más difícil de extraer y el que tiene peor calidad. Pero el problema no es “que se acabe”, sino que no va a “salir” al ritmo que quisiéramos, al ritmo de crecimiento continuado que necesitaría el sistema económico actual, sino al que las limitaciones geológicas y físicas impongan. De hecho, si nos fijamos en el petróleo crudo (el “único” de verdad) ya hemos superado el máximo histórico de producción que, según la IAE se produjo entre 2005 y 2006 y viene cayendo desde entonces. Es como si nos fueran bajando el sueldo energético lenta pero constantemente, con lo que cada vez nos va a ir costando más llegar a fin de mes.

P: Entonces, ¿se trata de incrementar la producción?

R: Ese es un gran problema porque en general, las petroleras están gastando un 60% menos que en 2014 en búsqueda y puesta en explotación de nuevos yacimientos. El Departamento de Energía de los EE.UU. ya informaba en 2014 que se estaba produciendo un desfase negativo entre las inversiones y los ingresos por operaciones de las 127 compañías de petróleo y de gas más importantes del mundo. Perdían 110.000 millones de dólares al año, justo cuando el petróleo estaba siendo más caro, lo que hace que no sea achacable a una caída de precios. Desde hace ya siete años que los yacimientos no son rentables. Y eso es porque en 2014 las petroleras tiraron la toalla y comenzaron a reducir la inversión. Repsol acaba de anunciar que va a destinar 150 millones de dólares al año de aquí a 2025. Esto es la décima parte de lo que invertía en 2014.

P: ¿Está contabilizado el descenso en la producción, es decir, la escasez?

R: En octubre pasado la Agencia Internacional de la Energía, que venía avisando desde 2018, ya contemplaba una caída del 50% de la producción para 2025 si se mantiene la pérdida de inversión actual. Es el escenario que a día de hoy más se parece al ritmo de inversiones en este principio de año. Es decir, en un plazo de unos cuatro años podríamos quedarnos sin la mitad de la producción de petróleo a nivel mundial. Eso si no hay una actuación rápida y decidida en apoyo de las inversiones. El petróleo supone un tercio de toda la energía que se consume en el mundo. Tenemos una sociedad que es petróleo-dependiente. Los Estados tendrán que hacer recortes para invertir en la producción de petróleo, aunque no sea rentable, para evitar esa caída tan rápida; no podrán evitar que la producción disminuya, pero sí que no lo haga tan deprisa.

P: Habrá que acelerar la transición a las renovables, entonces...

R: Para hacer frente a esta situación, las renovables deberían de crecer a un ritmo de un 10% anual durante los próximos 20 años. Eso sólo para compensar las caída de producción del petróleo, y del carbón y del uranio que también parecen haber comenzado su declive. Pero los modelos de transición renovable que se están planteando buscan mantener el modelo industrial sin tener en cuenta sus limitaciones.

P: ¿Cuáles son esas limitaciones?

R: Son a nivel mundial, pero es que imagínese si China dejase de fabricar, por ejemplo. Nos interesa salir del problema todos juntos. La primera limitación es un potencial de energía renovable insuficiente debido a los límites en los flujos geofísicos del planeta. El potencial máximo de las renovables que se puede aprovechar por razones termodinámicas supone como máximo alrededor del 40% de la energía que se consume hoy en día. Esto podría ser suficiente para poder mantener una sociedad estructurada a su alrededor. Además tienen cierta dependencia energética de las energías fósiles en su fabricación, instalación y mantenimiento. Su rentabilidad económica varía, pero no es siempre la más adecuada. Finalmente, las renovables están siempre orientadas a la producción de energía eléctrica y no es siempre electrificación lo que necesitamos.

P: ¿No necesitamos electricidad?

R: La orientación hacia la producción de electricidad plantea dos problemas. Uno que sólo supone un poco más del 20% de toda la energía final que se consume en España (de ahí que no siempre sea conveniente generar más electricidad). Es un porcentaje similar al resto de países industrializados. Y por otro lado en España tenemos 108 gigavatios de potencia instalada (que es la máxima potencia que obtendríamos si todo funcionase a la vez, aunque eso no pasa nunca), mientras que el consumo máximo se produjo en julio de 2008 y fue de 45 gigavatios. El consumo medio de ese año fue de unos 32 gigavatios y, aunque parezca sorprendente, el consumo medio de electricidad está cayendo puesto que el año pasado fue de 30 gigavatios. Tenemos más capacidad de la necesaria para abastecer lo que se consume. Tendríamos que plantearnos como consumir y hacer rentable la electricidad excedentaria que se produce.

P: Pero por ejemplo ahora se va a electrificar el parque, y además el coche eléctrico tiene una eficiencia del 85%...

R: El coche eléctrico no tiene un futuro a escala masiva como entendemos actualmente lo que es tener un coche. Tiene sentido en un modelo de propiedad o uso compartido. El hecho de que sea más eficiente es sólo uno de los aspectos a tener en cuenta. Otros son el problema de los materiales, la recarga, la autonomía... incluso sólo por un tema de materiales. En España habrá unos 26 millones de coches en el parque y unos 1.400 a nivel mundial. La producción mundial es de unos 80 millones anuales, de los que unos 600.000 son eléctricos. Pero imaginemos que en poco tiempo pudiéramos aumentar la producción mundial a un millón de coches eléctricos al año y que todos vinieran aquí: necesitaríamos 26 años en España y unos 1.400 años para el resto del mundo. Si se destinase toda la producción de litio mundial a la producción de coches se podrían hacer unos ocho millones de coches anualmente. Para sustituir los 1.400 millones tardaríamos 175 años. Esto por no hablar del cobalto, el neodimio..., que son mucho más escasos. Estimemos ahora la recarga con cargadores públicos en las calles de 22 kW. Una ciudad como Madrid con más de mil kilómetros de calles, necesitaría cableados, subestaciones eléctricas y sistemas de control para disponer de unos 8 gigavatios, una energía como la de todas las centrales nucleares de España. En toda España igualaría la capacidad eléctrica máxima del país. Es físicamente imposible que todos los coches que hay sean puramente eléctricos. Es ridículo y además, el problema es que estos planteamientos dominan la discusión. Es evidente que el coche eléctrico no se puede escalar.

P: Tendríamos también el hidrógeno...

R: En los últimos meses se le está poniendo mucho foco. Pero son muy ineficientes, alrededor de sólo un 25% en origen se transforma en movimiento del coche. Algo que no es rentable energéticamente es imposible que sea rentable económicamente. Y sin embargo ha tomado el protagonismo en la discusión. ¿Por qué? Porque desde que en 2005 el petróleo convencional tocó techo, lo estamos supliendo con petróleos no convencionales que no valen para hacer diésel, y así la cantidad anual de diésel disponible está disminuyendo desde 2015. Por eso nos “acabamos” de dar cuenta de que los coches diésel son tan contaminantes, algo que se sabe desde hace décadas. Es más, los camiones son mucho más contaminantes, y también se sabe, pero nadie dice nada porque son la sangre del sistema, son lo que mueve todo arriba y abajo. Entonces, tratamos de deshacernos de los coches diésel, para intentar afrontar el problema de la escasez del gasóleo. Esto la Unión Europea ya lo sabe y está buscando el combustible de sustitución para poder mantener en marcha los camiones y la maquinaria pesada fundamentalmente. Y la manera de hacerlo es con hidrógeno. Podrían hacerlo con gas natural, pero como saben que, a pesar de no haber llegado aún al máximo, caerá pronto, sería realizar una gran inversión para luego tener que volver a cambiar. Así que el hidrógeno es la única opción que hay para mantener activo el transporte pesado en la próxima década.

P: Y la célula de combustible expulsa vapor de agua, ¿cómo va a afectar esto al medioambiente?

R: La producción de agua en las células de combustible seguramente no es muy problemática per se, aunque aún no se conocen todos los efectos. Se está estudiando, cómo está cambiando el ciclo del agua (por múltiples factores) pero es difícil de evaluar. Lo que sí tenemos claro es el impacto del uso del agua en la generación de hidrógeno verde. Si en su producción se usa agua dulce, esta es escasa, y si se usa agua marina, produce cloro y sosa caústica que es corrosiva.

P: ¿No hay mucho gas metano en el permafrost y alrededor de los Polos?

R: Se ha intentado aprovechar porque proporcionaría algún alivio energético. Además es otro elemento de elevada influencia en cuanto al calentamiento global, porque tiene un efecto más potente que el del CO2. Al menos si lo pudiéramos quemar, lo que se liberaría al medioambiente sería CO2, que no es bueno, pero es mucho menos perjudicial. Pero se ha intentado explotar el gas de permafrost y los clatratos marinos y no es posible. Las concentraciones son demasiado bajas para que sea comercialmente interesante.

P: Bill Gates promete un nuevo reactor nuclear de cuarta generación en siete años...

R: Esta es la tecnología más prometedora, pero porque lleva 80 años prometiendo. Se lleva experimentando con estos reactores desde los años 40 y son muy peligrosos porque si se produce un accidente puede generar una explosión termonuclear. Eso aparte de otro problemas técnicos muy serios.

P: Pero alguna solución habrá...

R: Todo el mundo piensa “Bueno, algo habrá, algo habrán pensado, no puede ser que esto pase, verás como al final encuentran una solución...”. Pues no la hay. El problema energético ya es irreversible. Todas las fuentes energéticas están en declive o van a entrar en relativamente poco tiempo. Lo que hay que hacer es cambiar y cambiar de manera muy radical. Y el cambio va a ser brutal porque es la primera vez en la Historia que tenemos una civilización verdaderamente global. Los cambios que implica son tremebundos. Pero se pueden hacer sobre todo si no entramos en pánico.

P: ¿Qué hacemos entonces?

R: Empezará un collage y se darán cambios sociales y organizativos profundos. Por eso, lo que haría falta sería lanzar planes para adaptarse a lo que viene, sobre todo teniendo en cuenta la urgencia y lo poco apropiado de lo que se está planteando actualmente. Y pensar que va a ser un problema estructural, es decir, permanente. Es muy serio y ya estamos empezando a notar la escasez de ciertas cosas: ha empezado a escasear el diésel, están empezando los plásticos, los pigmentos, las resinas epoxi y los microchips (aunque para esto hay también otras razones) y dentro de poco empezaremos a verlo en algunos metales y eventualmente, también en alimentos. Damos por hecho que vamos a poder disponer siempre de una serie de productos y materiales. Pero realmente no los tenemos garantizados y menos si las redes de suministro global están afectadas por un problema de escasez.

P: ¿Qué se hace en otros países?

R: En Estados Unidos ya analizan medidas como racionalizar el transporte, relocalizar la actividad tanto como sea posible y reducir las redes logísticas para que no haga falta transportar tantos bienes de un lado a otro, entre otras cosas. Deberíamos también plantear planes de contingencia frente a posibles interrupciones en el suministro -no sólo de petróleo, sino de todas las mercancías- , una cosa para la que no estamos preparados. Hay que prepararse para una situación en la que todo irá bajando inexorablemente. Entonces, hay que invertir lo que queda para ir montando algo muy diferente a todo lo que se está diciendo. El futuro tendrá que ser muy distinto con planteamientos radicalmente diferentes, pero nadie quiere hablar de esto.

P: ¿Entonces usted piensa que hay que paralizarse hasta la extinción?

R: No, no. No es eso. Se puede aprovechar la energía renovable de manera fundamentalmente no eléctrica y conseguir mantener unos niveles de vida muy similares a los actuales -nivel, que no estilo- garantizando alimentación, sanidad, educación, siendo capaz de construir y mantener edificios e infraestructuras y dar trabajo a todo el mundo. Se puede hacer con medios renovables. Pero en una sociedad que no esté orientada al crecimiento económico forzado e infinito en un planeta con recursos limitados. Si el objetivo es crear unas condiciones de vidas dignas y más que dignas para toda la Humanidad, eso es factible. Pero no si la idea es mantener un sistema dirigido al crecimiento infinito, al consumo incesante y creciente de materiales y energía. Tenemos mucho conocimiento de los últimos siglos, que además se podría mejorar gracias a la tecnología y materiales modernos. Pero hay que empezar a hacerlo y nadie se lo está planteando. Incluso podría ser la Edad de Oro de la ingeniería porque se han de redefinir todos sus procesos. A favor tenemos un conocimiento tecno-científico de una intensidad y calidad como nunca se ha tenido antes. Podemos no colapsar como civilización y tenemos todos los elementos. El colapso es un daño autoinfligido y se da porque las civilizaciones se obstinan en una cierta idea equivocada que es la que les lleva al desastre. Pero la mejor manera de no colapsar es ser humilde, aceptar que hay un peligro y que son obligados cambios radicales. Yo sé que se puede hacer mucho, sólo hay que ponerse a hacerlo. Pero no hay tiempo, tenemos que reaccionar ya. ¿Alguien cree que estamos en eso?

P: Usted trabaja en un instituto de investigaciones ambientales. ¿Es tan grave el problema del cambio climático?

R: Yo veo la cruda realidad y es muchísimo más grave de lo que nos creemos. Realmente es estremecedora. Y a pesar de que avanza la conciencia medioambiental, de que se tiene en cuenta en el discurso político y de que hay un acuerdo bastante amplio

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