Thomas Piketty: “Tarde o temprano habrá que subir los impuestos a los ultrarricos”

  • El economista francés publica un nuevo ensayo titulado 'Breve historia de la igualdad'

  • Piketty aboga por un nuevo modelo de socialismo federalizante y ecologista en oposición al modelo neoliberal

  • "A largo plazo, la deuda no es una solución porque va a generar un alza de los precios", afirma

Thomas Piketty (Clichy, Francia, 1971) es uno de los economistas de referencia del mundo progresista. Desde que publicó en 2013 El Capital en el siglo XXI sus ideas han servido de guía para dirigir las políticas económicas de izquierdas y ofrecer un contrarrelato al discurso neoliberal. Durante la crisis financiera de 2008 se terminó de imponer el discurso thatcherista de reducir la deuda pública a costa de recortar los servicios públicos y dar paso a la iniciativa privada.

Ante la inacción de la izquierda en general y de la socialdemocracia en concreto, el economista francés consiguió abrirse hueco defendiendo las políticas expansivas y poniendo en valor los servicios públicos. Ahora, publica Breve historia de la igualdad (Deusto, 300 págs.), un ensayo en el que analiza la tendencia histórica que se ha vivido en Europa desde la Ilustración hasta nuestros días.

Su conclusión es clara: “Ha habido un gran movimiento hacia la igualdad en toda Europa Occidental desde finales del siglo XVIII. No he pensado en el mundo soviético al escribir el libro, sino en Francia, España, Alemania, Italia, Suecia… Estos países han aumentado el acceso a la educación y la sanidad, han adoptado una fiscalidad progresiva… Todo este movimiento ha dejado una gran prosperidad y ha aumentado la igualdad. A partir de la Revolución Francesa vemos cómo se acaba con los privilegios fiscales de los más ricos, luego viene el fin de la esclavitud en Santo Domingo, el fin del colonialismo durante todo el siglo XIX y las discriminaciones que generaba que tiene su colofón en el fin del apartheid en Sudáfrica”.

Si bien es cierto que la igualdad se ha considerado un defecto comunista en muchas ocasiones para contraponerlo a la libertad como virtud liberal, Piketty considera que se trata de una falacia retórica que no puede tomarse en serio: “Solo la gente muy conservadora usa el argumento del comunismo soviético para contraponer libertad e igualdad y justificar que el movimiento hacia la igualdad no es bueno. En Suecia, en Alemania… ese argumento no se escucha nunca”.

Las claves para llegar a esa igualdad económica tienen que partir de un cambio en la toma de decisiones. Uno de los aspectos en los que más incide Piketty en el libro es en la necesidad de que los procesos electorales se liberen de la influencia económica. El hecho de que en algunos países, las campañas electorales manejen presupuestos de millones de euros hace que presentarse a un proceso electoral solo sea asequible si se cuenta con un gran respaldo económico detrás o se cae en la tentación de la corrupción.

La solución para Piketty para por eliminar el factor monetario de la ecuación para conseguir mayor igualdad. Igualmente, la concentración de medios de comunicación en pocas manos, una vieja reivindicación en académica convenientemente olvidada por los intereses empresariales vuelve a cobrar fuerza de la mano del economista francés: “En algunos países como Alemania y Suecia la representación de los trabajadores en las grandes compañías llega a veces hasta el 50% de los derechos de voto. Esto se puede aplicar perfectamente en las empresas periodísticas. Igualmente, también se pueden limitar los derechos de voto para un solo accionista. Esto existe en varios países y en otros sectores, ¿por qué no en los medios?"

Piketty incide en este punto con ejemplos claros que hemos vividos. Y advierte que el deterioro de las democracias occidentales y el auge de la polarización son consecuencia de esta tendencia de concentración de los medios de comunicación y de la falta de altavoces representativos de la sociedad: “Limitar el poder de un solo accionista o propietario en los medios de comunicación es muy importante. Que una decisión sea respaldada por una pluralidad en lugar de por uno solo, es vital para garantizar la pluralidad de ideas y que no haya un discurso dominante. Que haya medios controlados por una sola persona para que luego hagan periodismo como el de la FOX en EEUU no es nada bueno para la democracia”.

Más fiscalidad progresiva, más redistribución

Todos estos cambios que Piketty propone son de gran calado y el autor francés es consciente de que vivimos una oportunidad clara gracias a la situación pandémica. El hecho de que estemos afrontando una segunda gran crisis en apenas una década supone una ventana de oportunidad para reformar el modelo y afianzar el modelo de socialismo democrático, ecológico, federal y de mestizaje social como él mismo lo define: “Tenemos también una oportunidad con la deuda pública de afrontar un cambio de paradigma. Subir la tributación de los ultra ricos es algo que vamos a tener que plantearnos tarde o tempranoA largo plazo, la deuda no es una solución porque va a generar un alza de los precios y la inflación es un impuesto para la gente con menos recursos. Los pequeños ahorradores pierden poder adquisitivo cuando suben los precios por eso tenemos que ser imaginativos y pensar en otras soluciones. Ya se hizo tras la Revolución Francesa cuando se acabó con los privilegios fiscales de la aristocracia o tras la segunda guerra mundial en Alemania o Japón, donde a los más ricos se les aplicó un impuesto especial de reconstrucción. La única solución posible para afrontar la reconstrucción post covid es aumentar los impuestos."

Piketty insiste en la necesidad de que tanto los ultrarricos como los fondos de inversión abandonen lo que él define como modelo neocolonial y se avance en una soberanía universalista que elimine la desigualdad entre las distintas regiones del mundo.

Cargado de optimismo, Piketty considera que las crisis pueden ser una oportunidad clara y no duda de que cuando superemos la pandemia de coronavirus, los servicios públicos habrán recuperado el prestigio que perdieron durante la crisis financiera de 2008: “Las crisis, ya sean económicas o sanitarias, no tienen por qué suponer una barrera para la igualdad. Las crisis pueden ser una oportunidad para la ciudadanía y los movimientos políticos para legitimar un discurso de refuerzo de los servicios públicos, en este caso sanitarios”.