Nuria Oliver: “Tendremos que decidir hasta dónde queremos llegar con la inteligencia artificial”

  • Nuria Oliver es una de las mayores expertas mundiales en inteligencia artificial (IA)

  • Esta ingeniera de telecomunicaciones forma parte del grupo de expertos de la Comisión Europea para estudiar la compartición de datos digitales entre gobiernos y empresas

  • Con decenas de premios y reconocimientos, ha sido la cuarta mujer que ha logrado acceder a la Real Academia de Ingeniería

“Creemos que seguimos hablando de robots y, en realidad, la inteligencia artificial (IA) está ya en todo lo que nos rodea”. Así de rotunda se muestra Nuria Oliver (Alicante, 1970), ingeniera de telecomunicaciones y una de las mayores expertas en esta materia. “Google, Facebook, Amazon, los asistentes de voz, los encuadres de nuestras fotos… todo eso, con lo que convivimos a diario, existe gracias a la Inteligencia Artificial. La pregunta hoy sería ¿dónde no está aún esa tecnología?”.

Con decenas de reconocimientos nacionales e internacionales, más de 40 patentes y 150 investigaciones, lleva más de 20 años estudiando modelos y predicción del comportamiento humano o la interacción entre las personas y las máquinas. En 1995 fue becada para estudiar en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Boston. Tras doctorarse en el MIT Media Lab, fichó como investigadora en Microsoft Research y doce años después (en 2007) regresaba a España para ser la primera directora científica de Telefónica I+D. Desde 2017 Nuria Oliver es asesora científica en el Vodafone Institute y Miembro del Comité de Direccion de ELLIS.

“Hay un sesgo respecto a lo que la gente cree que es la inteligencia artificial. Estamos hablando de un mercado de miles de millones que está en el corazón de la cuarta revolución industrial, pero su conocimiento entre la población todavía limitado. Es muy importante que conozcamos bien lo que es, porque como sociedad tenemos que tomar decisiones muy importantes sobre hasta dónde queremos llegar con ella”, explica Oliver.

Por eso insiste en la necesidad de crear un marco ético para asegurar que esta tecnología no se convierte en una herramienta que aumente la desigualdad o la polaridad de una sociedad. Su impacto, dice, es transversal, por lo que los gobiernos han de asegurarse de que tendrá un impacto positivo.

“La IA permitirá abordar asuntos tan importantes como el cambio climático ayudando, por ejemplo, a desarrollar la generación de energía sostenible o los coches sin conductor. También será clave para afrontar retos derivados del envejecimiento de la población, con el tratamiento de enfermedades crónicas gracias a medicamentos personalizados o la implantación de sistemas que permitan acompañar a personas mayores que vivan solas en sus casas”, predice la investigadora.

El proyecto de fin de carrera Nuria Oliver, que se convirtió el pasado año en la cuarta mujer en lograr ingresar en el Real Colegio de Ingeniería, ya presentaba un sistema de visión artificial para reconocer automáticamente las matrículas de los coches en la autopista. Hoy lamenta el escaso impacto de las investigaciones europeas en el campo de la IA. “En Europa y en España tenemos muy buen talento, pero hay que crear oportunidades y permitir que ese conocimiento acabe teniendo un impacto real”.

Datos privados para el bien común

Oliver es directora Jefa de Ciencias de Datos en Data-Pop Alliance, una organización internacional sin ánimo de lucro centrada en utilizar el Big Data. Pero el uso de datos personales para investigaciones que afecten a toda la sociedad no está exenta de polémica. El pasado octubre el Instituto Nacional de Estadística (INE) anunciaba que utilizaría los datos ofrecidos por los móviles para elaborar el nuevo censo y las redes se inundaron de críticas al organismo por esta decisión. "Ese proyecto se comunicó muy mal. Eran datos que solo se captaban si el móvil estaba activo y eran agregados. No suponía ningún riesgo para la privacidad", valora Oliver. Por eso destaca el gran reto que supone explicar con rigor y transparencia lo que se quiere hacer con los datos. También, señala, las ventajas y los riesgos que conlleva.

“Los datos son un reflejo de una realidad subyacente y a diferencia de lo que ocurría en el pasado, ahora tenemos la capacidad de entender el estado real de una ciudad. La tecnología nos da la oportunidad, a través del análisis de los datos, de tomar decisiones basadas en la evidencia, y no en intuiciones, conocimientos desactualizados o superficiales. Eso permite desde decidir las rutas del transporte público o el lugar donde se instala un colegio, hasta elegir cómo actuar ante la polución de una ciudad”, señala.

Ante esta importancia de la gestión de los datos, la investigadora enfrenta otra realidad: una gran parte de esos datos tan valiosos están en manos privadas. Por eso la Comisión Europea ha formado un grupo de expertos, entre los que se encuentra Oliver, para analizar cómo los gobiernos pueden compartir –y aprovechar- todos esos datos

“Hay que encontrar un modelo económico sostenible porque no se puede pensar que las empresas vayan a compartir los datos de forma gratuita”, avanza la investigadora. Considera igualmente necesario que se involucre a la sociedad en estos proyectos, que se capacite a los profesionales de las administraciones públicas para que puedan utilizar las nuevas herramientas y que se garantice que el uso de los datos busca el bien de la sociedad. “Los datos también pueden tener sesgo, y se corre el riesgo de causar discriminaciones.” Por eso considera esencial aumentar la transparencia, tanto en la gestión de la información como en el funcionamiento de los algoritmos.

“Los ciudadanos cada vez tienen más conocimiento de las implicaciones de su huella digital, pero este conocimiento podría ser más riguroso y sofisticado. No hablamos suficiente de ciencia y tecnología, y nuestra vida depende de ella. Es paradójico que no tengamos interés sobre algo que está modulando nuestra experiencia vital”.